Auzoux

Le estaba dando largas, por eso la entrada anterior fue algo «refrescante», para abordar la referida al Monsieur Auzoux con tranquilidad y con la atención que merece. Eso si, no voy a renunciar a tratarlo con algo de humor, bastantes quebraderos de cabeza y horas le he dedicado como para mostrarlo como a un Moisés en el Sinaí.


Retrato de Luis Thomas Jerôme Auzoux (1797-1880)
Museo de Nebourg

Aunque personalmente, al igual que muchos conocedores de su obra, le profeso admiración, no por ello dejo de comprobar que, aparte de la espátula de marfil y mango de madera con la que se ayuda para manipular sus obras, el gesto es de aúpa, peinado que sugiere una cierta coquetería, así como el gabán con la condecoración (¿algo sí como Velázquez con la Cruz de la Orden de Santiago?), e indudablemente dosis de altanería y de pocas bromas, refrendado por ciertas condiciones laborales que imponía en su taller.
Detalle de la espátula y su uso

A todo esto, ¿cual era su gracia?, es decir, ¿que aportó?. 
Pues ni más ni menos que, tras estudiar medicina y comprobar que los estudios eran insuficientes al no disponer de cadáveres humanos para los mismos, inventarlos, crear réplicas de cuerpos y de estructuras anatómicas.
Lo hizo fabricando piezas que luego se ensamblaban en un conjunto mediante ingeniosísimos engarces como puede comprobarse en la imagen inferior

Cerebelo humano; se abre en piezas a manera de abanico, articuladas mediante bisagras minúsculas. El conjunto se inserta en el resto del encéfalo mediante el clavo que aparece a la derecha.

De ahí que llamara a su taller, «Anatomice clastique», por ser en principio «clastos», trozos, aunque posteriormente algunos de su modelos, en España más conocidos coloquialmente como maquetas, no fueran desmontables sino una sola pieza.
A lo anterior hay que añadir la perfección anatómica, el detalle exquisito y algo que hará únicas sus piezas: el material con las que las hacía. Una mezcla de pasta de papel con corcho molido, carbonato cálcico y dos ingredientes secretos que solo conocían sus maestros de taller. A la pieza acabada la recubría con «alcohol de alfareros», acetato de plomo, con finalidad protectora (de ahí el brillo que ofrecen las maquetas que se encuentran en buen estado), pero que ha sido precisamente el causante de  la «escamación» a lo largo del tiempo por aquello de la dilatación térmica.

Fotografía del Dr. Auzoux con una de sus maquetas más relevantes, la del cuerpo humano a gran tamaño. Doscientas piezas lo componían.

Elaboró también la misma en otras dimensiones y precios, pero sin menoscabo del detalle. Consideraba que debían estar al alcance de todas las economías de los centros de estudios.

La historia del Dr. Auzoux, sus antecedentes en los modelos anatómicos, sus vicisitudes para que le fuera reconocida oficialmente su labor, su sucesión en la misma a cargos de Jean Montaudan, y demás detalles, están reflejados en los vídeos que el que suscribe, ya cansado de repetir la perorata mientras desmontaba (y montaba, que a veces era más difícil) una maqueta, grabé con la ayuda de un buen amigo, Fredy. No es la primera vez que se graba, pero esta es la más completa y aunque se note que está hecha técnicamente sin muchos recursos, es de un contenido más que aceptable.

Videos de las maquetas del Dr. Auzoux presentadas por mi en el Museo de Ciencias del Instituto Padre Suarez de Granada:

Parte 1: https://vimeo.com/73996218
Parte 2: https://vimeo.com/73996219
Parte 3: https://vimeo.com/73996220
Parte 4: https://vimeo.com/73996221

Anticipo que el primer video es prácticamente una imagen de presentación con una escueta ficha biográfica, el último, una selección de imágenes de varios modelos (maquetas) de Auzoux, y los dos centrales son los elocuentes respecto a esta obra, recomiendo disponibilidad de tiempo que (sin falsa modestia) se hará corto.
Reitero el hecho de que se han realizado muchos videos, algunos colgados en youtube, pero los citados son los que creo, personalmente, más adecuados.

Estas maquetas no son infrecuentes en varios centros españoles, sospecho que incluso más frecuentes que en los propios centros franceses, lo malo es que las condiciones de conservación a veces no han sido las adecuadas (humedad y papel no son buenos compañeros), sumando el desuso que en no pocos casos dificulta el desarmar en piezas.

No se pretende desarrollar aquí una tesis sobre el Dr. Auzoux, aunque datos se poseen para ilustrar esta figura. Se trata de reflejar mis relaciones con su obra, que en todo caso han sido más que respetuosas desde la admiración. Relaciones nunca deshonestas, faltaría más. Pero si voy a reflejar un par de apuntes.
– Auzoux, con posterioridad a los modelos de Anatomía humana (cuerpo completo, encéfalo,…) comienza a elaborar las de Zoología (caracol, sanguijuela, mariposa de la seda, corvina, e ¡¡incluso la de un caballo!!. Sin demostrar de forma definitiva, parece que fue por indicaciones del Papa, ya que éste, asombrado al ver el modelo humano, pero completo, con todos sus atributos, le sugirió que siguiera su trabajo en «animalitos», que comprometían menos al respecto. Pienso que un ovotestis de un caracol suscita a los ojos papales menos erotismo que la entrepierna humana.
– Otras áreas que aborda Auzoux fueron las de Anatomía comparada, quizás por un guiño peloteril hacia Cuvier que le apoyó en sus inicios. Las de Botánica son bastante simples, no por ello dejan de ser preciosas, y eso se notaba hasta en los precios, mientras la de la corvina, por ejemplo, costaba 290 francos de la época, una del guisante o la fresa, no llegaba a los diez.

Exposición-muestrario en el propio taller de Auzoux

Y un último apunte sobre su personalidad. Si ya la foto o el retrato recuerda en su vestimenta a la ideada por Saint Simón para los «falanstéridos», la tendencia jacobina se reflejaba en la estructura laboral de sus talleres. Los hombres a fabricar la «mezcla de papel», a la carpintería y a las prensas. Las mujeres a pintar las piezas y a los mecanismos de ensamblajes, los niños de «transportistas» de las piezas por el taller y con la exigencia de silencio absoluto para conservar la concentración en el trabajo. No obstante, la población de St. Auboin que trabajaba con él, casi la mitad, consideraba un privilegio el hacerlo, al punto del monumento que erigieron en su memoria y que preside la entrada al núcleo urbano.

Para más detalles sobre este buen hombre, dirigirse al que suscribe. Intentaré satisfacer.

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