Desconexión y surrealismo

Pues ya en mayo se me iban acumulando y acumulando los «tornillos mentales» y decidí clarificar a mi manera clásica, una escapada gallega que nunca me ha fallado como muchos saben, aunque suponga kilómetros por doquier, algo más de dos mil. Claro que ese ratazo de conducir supone otro paralelo de oír la radio y darle al magín. Ahora me explicaré.

Como ir a Galicia y no parar en Lugo a ver a mis amigos Antonio Prado y Mary Carmen puede suponer un riesgo físico para mi persona (parada que hago con gusto y que forma parte del beneficio mental), en esta ocasión me llevaron ampliando mis conocimientos de geografía gallega a Samos, concretamente al monasterio:

No lo conocía pero el paraje es digno de verse; está en el Camino de Santiago poco antes de Sarria, es decir que aún no está preñado de mochilas, palitos y conchas que se suelen sumar después.
Pues Antonio me contó que el monasterio ardió a comienzos de los cincuenta, y parece ser que por una imprudencia del propio abad al destilar orujo, y que se restauró con rapidez dada la amistad personal del monje con Franco. Los libros, imposible, ardieron bastantes.
Ahora lo surrealista: Me quedé con el cante, y como alguien muy cercano a mi días antes me recordaba su imposibilidad histórica con las Matemáticas, que en su juventud los quebrados le costaron una enfermedad, que nunca supo entender lo de «mínimo común divisor» o el «máximo común múltiplo» aunque se le diga que estaba mezclando cosas, y no digamos al llegar a la raíz cuadrada, ese alguien concluye con que las Matemáticas son sádicas y crueles; que me perdonen mis amigos Matemáticos que sabrán que no suscribo lo anterior, además siempre se me han dado muy bien.
Pues a eso añado el que en la radio del coche oigo en un programa de esos que ahora proliferan sobre difusión científica (algunos pésimos y nefastos) a un sujeto hablar de la belleza de la raíz cuadrada de cinco (me recordó aquel ministro franquista que escribió el «Soneto al Hidrógeno» y lo publicó, tal como suena), pues la raíz de cinco debe ser como la Gioconda Matemática, que se pueden hacer obras de arte con ella usándola como fractal, toma, pensé, y la de seis y siete. Se me vino a la memoria que Pitágoras no quería que se divulgara el descubrimiento de las raíces, que era demasiado importante para ser manejado por el resto de los mortales. Menudo era, si se llega a enterar de las elucubraciones de el «divulgador» no se que hubiera pasado.
Pero kilómetros más adelante pienso, Pitágoras era de Samos, naturalmente del Samos de Grecia, no del gallego. Si en la actualidad están hermanadas localidades de igual nombre pero de distintos países, ¿No podría haberse establecido una especie de telepatía orujera? no sería extravagante pensar que dadas las tendencias casi esotéricas de Pitágoras, algo de orujo gallego, de ese que se destilaba incendiariamente en el monasterio, le llegara de alguna forma ignota y acentuara esa apertura mental a los conocimientos matemáticos, músicos y filosóficos. Es indiscutible que si los efectos del «morapio» acentúan la imaginación, la locuacidad, etcétera, no digamos si se trata del orujo, de cincuenta a setenta grados según se trate en el alambique. Resuelto, ni sadismo ni crueldad, ORUJO AL CANTO.
Pues en Samos (el de Lugo) comimos muy bien y en un sitio precioso. Gracias, Antonio y Mary Carmen.

  

8 comentarios en “Desconexión y surrealismo

  1. Luiscastellon.es

    Pues como bien dice tu firma, no tengo ni idea de quién eres, pero muchas gracias. Hay otros ligares gallegos que quitan el sentido, a bote pronto, la seimeira (cascada) de Vilagocende. Además, sin estorbos. Está en la página Galicia máxica.

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  2. Teresa Juan

    Luis hace no mucho, en marzo último, me enteré de tus escapadas gallegas atravesando la Península en coche, cosa que me maravilló y asombró pues desde aquí, en estas islitas, no acostumbramos a hacer tanto kilometraje. Veo que te cunden mucho y que las disfrutas y además con tus relatos también desde aquí las disfrutamos.
    Sigue con esas escapadas que son muy fructíferas y cuéntalas.

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  3. Unknown

    A raíz de tus escapadas, me he acordado de un encuentro memorable de hace años, en Cuenca.
    Estaba junto a otros asistentes a un congreso escuchando las explicaciones del guía, cuando aparcaste la furgoneta de techo alto justo a nuestro lado, en la plaza; al vernos allí tan inesperadamente y tras gozoso saludo, te pregunté por el motivo de tu viaje, y tu contestación -con tu característico tono- dejo más que perplejos a mis colegas: Rafalito, he venido a por la orangutana del Museo de Ciencias Naturales del Padre Suárez, que les presté y no acaban de devolverla.

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  4. Luiscastellon.es

    Aunque ponga desconocido te conozco, no todos los días va uno a Cuenca y se encuentra en aquella situación surrealista de verdad con unos amigos de Granada. Nos estaba nevando, un día de perros, y mi primera contestación sobre el motivo de mi viaje, matizo, fue "aquí, que he venido a por una mona", carcajada colectiva y entonces aclaré lo de que era una orangután etcétera. Gracias por intervenir.

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