Fortucinta y Junata

aviso: el lector que no disponga de fuertes dosis de surrealismo, mejor no siga en esta entrada.

Pues si, el título es fruto de los casi sesenta días confitados, mezclados con el año Beethoven y año Galdós. Sobre el primero se están cumpliendo mis vaticinios, la novena sinfonía hasta en la sopa. Me enteré que en determinado colegio, tras un ensayo por tablet (obligadamente), han tomado la flautita y  han interpretado (yo diría que caricaturizado) al Himno de la Alegría. Todos tan contentos y chaparrón para el que censure.
Pero lo de Galdós clama al cielo, de ahí el título de la entrada. No se le está haciendo ni puto caso, ni siquiera reprogramar alguna de sus obras llevada al cine, la misma Fortucinta, perdón, Fortunata, Tormento o algún episodio nacional. No me extrañaría que a lo largo del año alguien caiga en este olvido/desprecio y emprenda la aventura de disfrazarse de Fernando VII frente al tablet para hacer frente a sus alumnos vía telemática una alegoría en honor del grancanario, o rebusque algún arcabuz para dar realismo con cuidado de no escachuflar al florero que tenga detrás.
Como ya dije en entradas anteriores, se me están viniendo en estos días muchos recuerdos estrafalarios. En la línea del título de esta entrada, y dado el trasiego neuronal, me acuerdo de mi prima (esto es real), con un par de zapatos en una mano y proclamando con voz solemne: «voy a zamparme los limpiatos». Carcajada general; ya aludí al humor que predominaba en el ambiente familiar por parte de madre.
En la misma línea, me ponen en la radio a Manolo Escobar y le oigo «no me gusta que a la falda te pongas los minitoros», o el cuento de «aliladrones y los cuarenta babás». Demasiado bien mantengo las entendederas cuando además estamos trufados de ciertos usos de las palabras que no ayudan.
A ver: ¿Porqué se usa tanto ahora la palabra metáfora?; parece que metáfora es cualquier cosa. Incluso en una ocasión alguien que quería sorprendernos intelectualmente (lo consiguió pero al revés) dijo que el patrimonio de los institutos históricos es una metáfora, así, tal como suena. Pardillo me sentí y no fui el único, cuando me pregunté ¿una metáfora de qué?. Pues eso.
Y no digamos del uso de «gente», mejor abuso, al parecer gente son todos menos yo, sin considerar al matiz peyorativo de la palabrita. ¿No sería más correcto decir «personas»?. Otrosí digo, y ahora está muy en boga, la «metodología», para referirnos sencillamente al método. Pues no, aburrido de oír «la metodología empleada», como la «climatología» para referirnos al clima. En ambos casos estamos diciendo el «estudio de», del método o del clima: «según nuestra metodología, la gente podrá variar las horas de paseo en aquellos sitios en que la climatología sea calurosa». Olé, los comentarios que los deduzca cada cual. Y lo de la «distancia social» en lugar de «física», sin más, nos lleva casi a la lucha de clases cuyo objetivo es eliminar dicha distancia. Vamos a rebuscar términos alargados y rimbombantes que eso da mucho barniz.
Se complementa con una nueva oleada despectiva contra el habla andaluza, sin tener en cuenta ni la riqueza del lenguaje ni la construcción usada en la misma; «el deje» condenado. Aconsejo al lector que vea al respecto algunas de las intervenciones de Manu Sánchez, están en Youtube. Muy acertadas y con buenas dosis de humor.

Y ya con la fauna de «expertos» a los que me he referido en otras ocasiones, para que decir. En los últimos días han salido hasta de Australia; que yo sepa han sido dos. Uno, un contable que al parecer está muy al día de la pandemia en especial en España, y el otro, ¡¡¡un médico!!! que afirma que los pedos pueden contagiar el virus. No quiera Dios. Falta que aconseje el uso de tapones.

Pues volviendo al asunto de las cosas que recuerdo:

Pues si, no lo oculto ni pienso hacerlo. Estoy presidiendo una procesión. Iba en el lote de obligaciones como concejal. Además en esta iba en representación del Alcalde, por eso el bastoncito me queda algo corto, ya que el alcalde real era algo más bajo. Lo cuento, pocos días atrás me hicieron ir a la Virgen de las Angustias a renovar el voto de agradecimiento por haber preservado a Granada de los efectos del «Gran terremoto de Andalucía». ¡¡¡A mi, que soy geólogo y nada amigo de estos actos!!!. Solemnemente propuse que en lo sucesivo, la procesión de mi barrio, la Virgen del Rosario en el Realejo y ya está bien. Aquí se me tiene con traje oscuro y circunspecto; esa misma mañana del doce de octubre mis compañeros de Corporación estaban de chaqué con todos los abalorios en la Catedral, tumba de los Reyes Católicos y Pendón morado incluido. Yo me libré por el canje.

Ya hora el consabido bichito:

  Otro integrante del Museo del Suárez, el «gato marsupial» (Dasyurus maculatus para los entendidos). No está elegido al azar, es que es de Australia y al igual que los «expertos» ya citados, el contable y el de los pedos, muy raro. En otra ocasión (a colación del «zorro marsupial») ya dije que son marsupiales por mantener los huesos marsupiales, no por tener marsupio que no lo tienen.
Además este ejemplar no sólo tiene su interés por lo científico sino por su magnífico estado de conservación.

Y otro:

Un bellísimo ejemplar de «canastera» (Glareola pratincola). Cierto es que cuando está en época de celo el plumaje es más contrastado en colores, pero esa línea de ojo a ojo pasando como un collarín es espléndida y la hace indiscutible. También es cierto que recuerda a una golondrina o a un vencejo por su cola ahorquillada. En los libros dicen que es frecuente en zonas pantanosas o de marismas. Creo que en la práctica hay que echarle mucha paciencia.

Y como de costumbre, un aparato o cacharrito:

Se trata de un Barógrafo que, como su nombre indica, «escribe la presión atmosférica». Internamente son dos unidades, la de medir la presión, que no es otra cosa que un «barómetro de Bourdon» (esa espiral metálica), y un mecanismo de relojería que activa el cilindro sobre el que escribe la aguja del manómetro. Tanto uno como otro necesitan una atención, el barómetro calibrarse, y lo mecánico darle cuerda. Para eso es imprescindible una doble llave que está delante. Un extremo para cada cosa. Curiosamente en todos los museos que los he visto falta la dichosa llave doble, con lo que no pasan de ser un recuerdo. Un antecesor mío cayó en este desliz y usó la llave para un planetario que no la tenía, dejando al barógrafo incompleto. Rebuscando encontré la llave del planetario y el barógrafo dejó su orfandad. 
Tendrá su explicación, pero es de estos aparatos de origen francés llevan impresas las siglas S.G.D.G., que en otra ocasión ya dije que significaban Sin Garantías Del Gobierno, y funcionan perfectamente.
Y nada más, vamos a por más días «confitados», que no seamos más bombardeados por virus ni incongruencias. Paciencia; por mi parte estoy bien abastecido en mi propia casa, no echo especialmente de menos a los bares salvo por las personas, la gran mayoría buenos amigos, con los que coincido. Todo pasará.

7 comentarios en “Fortucinta y Junata

  1. Teresa Juan

    Una alegría esta lectura hoy nuestro primer día de la fase 1 del confitamiento, jeje.
    No te habría distinguido en la procesión, en esas fechas no nos conocíamos. Al menos ahora no se ha organizado, que yo sepa, ninguna procesión para que nos libre del virus, como en otros tiempos con la peste, la sequía o cualquier otro tema.
    Un abrazo Luis

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