Primero, como de costumbre, va por delante una imagen «familiar», que no tiene nada que ver ni con el título de la entrada de este magno blog, ni con las del museo del Suárez que fue en definitiva el objeto de su creación, seguir divulgando sus contenidos ya que desapareció la web específica que existía con anterioridad a mi jubilación.

Pues estas tres damas tan sonrientes y espléndidas son de la Asociación Calor y Café de Granada, no tengo que explicarlo para muchos, pero para los que no lo sepan hacen una labor encomiable proporcionando ayuda de todo tipo a necesitados. La del centro es su presidenta y fundadora, Ana Sánchez, un ejemplo de buena voluntad, tesón y optimismo, flanqueada por dos cooperantes, la de la izquierda en la imagen es Yolanda Matarán, un encanto, y la de la derecha con gafas de sol, Carmela Quesada, la que lleva conmigo casada cincuenta y un años, que se dice pronto. La imagen está tomada en la Gran Vía en un día sin coches que el Ayuntamiento oportunamente cedió para mercadillos solidarios. Que sigan.
Pues lo de los «Torreznos», viene a cuento de mi reciente estancia en Soria, donde he estado a propósito de las Jornadas anuales que celebramos la Asociación Nacional de Institutos Históricos, esa de la que ahora sigo como Presidente Honorario, en definitiva de «Florero chino». Jornadas que, a manera de congreso, sirven para conocer los avances en cuanto al patrimonio de estos institutos y, como no, para que volvamos a vernos profesores de toda España que entre muchos se ha cristalizado una muy buena amistad. Los vascos se resisten a asistir, puede ser porque no abunden los fondos patrimoniales en sus institutos. Allá ellos.
La cuestión es que esta vez se organizaron en Soria en el Instituto Antonio Machado, con unos anfitriones que se portaron magníficamente, pero siendo un tanto vulgarote, pasaré por alto y pido perdón, lo interesante del Aula Machado y el edifico del propio Instituto, el románico de Soria, Numancia, o la ermita de San Saturio que por cierto es un santo feísimo. Voy a la gastronomía, los torreznos, ¡¡¡hasta en el desayuno!!!. No voy a negar que están buenísimos y que di buena cuenta de ellos, si acaso después como ya imaginan los que me conocen, bicarbonato al canto y no pasa nada. Lo que no sé es como andarán los sorianos de colesterol, del que empieza por ele, «el malo», y la verdad es que por mi parte al regreso he dado un paréntesis grasiento en precaución. Ya veremos en el próximo análisis de sangre.
Relacionado con la gastronomía soriana de forma más o menos directa, me he percatado de un hecho del que en el fondo me gustaría estar equivocado: como ahora es la invasión de las terrazas de los bares en la vía pública, Soria no es la excepción, pero si me extrañó el hecho de que no atiendan en las terrazas, que son de autoservicio levantándose el aspirante a cliente a una ventana o a la barra, y volviendo a la mesa con la consumición proporcionada y pagada. Hasta ahí vale, con reticencias pero vale.
Esto se complementa con otra circunstancia «chocante». Si uno se está meando o tiene otra necesidad más contundente, a bajar unas escaleras generalmente infames y en penumbra, en otros casos, los menos, subirlas, pero siempre escaleras.
Ante estas dos circunstancias me pregunté si es que en Soria no hay cojos o son auténticos equilibristas. No llegué a imaginarme cómo iba un cliente con una o dos muletas a llevar una caña de cerveza con su consiguiente torrezno (que no falte) desde la ventana/taquilla hasta la mesa; y si es en silla de ruedas no veas. Y ya el acceso a los servicios, toilette o como queramos, una actuación circense siempre que no se tengan prisas, que no hayan «apretones», de lo contrario los pantalones de los cojos serían un chivato para el resto de la excursión. No hubiera aguantado el «torrezno».
Creo recordar que está legislado lo del acceso a minusválidos, al menos en mis tiempos de vida municipal se exigía, y que así se cumple en muchas Comunidades Autónomas, pero aquí (y recuerdo que en Madrid tampoco es raro) parece que hay bula. Debe ser porque «son españoles y muy españoles».
Pues ya que el anterior párrafo tiene un indudable tufillo político y que estamos en un tiempo de efervescencia de la cosa, no tengo más remedio que reflexionar sobre algunas de las promesas que oigo. No sólo promesas sobre cuestiones que ya están en vigor, lo que evidencia un desconocimiento insultante, sino algunas que, leyéndolas u oyéndolas literalmente hacen a uno dudar sobre el «papel divino» de quien las enuncia. A propósito de la sequía, cambio climático, pozos de la moribunda Doñana o de la Axarquía, tal como se expone es que se promete que va a llover más, que no hay problema y si lo hay, el orador promete que lloverá. No se cómo lo hará pero me gustaría que fuera cierto, a ver si las oraciones, jaculatorias, novenas, procesiones del santo de turno funcionan de una vez. Apunto a estos medios que me parecen los más próximos ideológicamente a este tipo de promesas.
Inevitablemente lo anterior me recuerda a la anécdota (comprobable en internet y aunque se encuentran algunas versiones no discrepan en lo sustancial), de Natalio Rivas siendo ministro, alpujarreño él, a Pitres, hoy un precioso pueblo de Las Alpujarras que, conocedor de que a los naturales de Pitres se les llama familiarmente «bárbaros» su alocución como promesa electoral fue la siguiente:
«¡¡¡Barbaros de Pítres!!!, ¡¡¡¿Queréis puerto de mar…?!!!
Pues id sembrando las sardinas que el agua ya está al llegar«
Salvando lo anecdótico, me dejo otros apuntes para la próxima entrada, pero no me resisto a refrescar la memoria al sufrido lector sobre el hecho de que hay más guerras que la de Ucrania, igualmente o más, injustificadas y sangrientas, pero casi ignoradas por motivos vergonzantes. La que hay liada en África, Sudán con el Yemen entre otras decenas de belicismos, las revueltas de Benín…y no digamos lo de Israel con Palestina.
Parece que hemos aprendido de los egipcios el ir de perfil.
Vamos a las fotos de los fondos del Museo del Suárez:

Ya sé que los contenidos de los frascos no suelen ser «bellezas», tampoco somos todos Robertas Redfor, pero en la Naturaleza están y son muy importantes. Este frasco tiene una «Liebre de mar», un molusco sin concha (muy débil en el lomo) y que del tamaño de una liebre se va desplazando por el fondo marino como un caracol de grandes dimensiones. Los entendidos sabrán que es una Aplysia, un Opistobranquio dentro de los moluscos. El animalito se alimenta de vegetales o de peces en putrefacción y de ahí el «olorcillo» que suelta. Que me lo digan a mi que fui el que lo cogió de las playas de Benajarafe (Málaga) y además soltó un chorro de tinta violeta oscura que menos mal que no me llegó. Lo conservé y posteriormente lo cedí al Museo.
Otro bicho:

Hoy me ha dado por invertebrados, que también son hijos de Dios. Un coral; bueno, el esqueleto de un coral. Corresponde a la colección histórica, y como apareció su cartela original, aunque se lea regular, se añadió a la provisional. La Tubipora son individuos que se alojan en esqueletos en forma de tubo, casi del tamaño de pajitas de refrescos. En vivo no se vería así, sino con una multitud de pequeños tentáculos de un color pálido recubriendo todo el conjunto de tubos. Un coral muy interesante.
Y algo de la Sala de Física:

Una magnífica Pila de Wollaston. Un aparato espectacular por su tamaño y su conservación. Planchas o láminas de cobre y de cinc que, sin entrar en contacto entre ellas, se sumergen en una solución acidulada, generalmente con algo de sulfúrico, y que según la superficie sumergida se origina una electricidad. Así, si están sin sumergir no se crea ninguna, lo que supone una economía en el desgaste de las láminas. En eso estriba el perfeccionamiento respecto a la Pila de Volta, la de los discos superpuestos y separados por el fieltro impregnado de la solución, que al poco hay que reponer.
Wollaston, médico él, fue un científico que debería estar más reconocido; si acaso y dados sus conocimientos de cristalografía y mineralogía, un mineral importante (un anfíbol) lleva su nombre, la wollastonita.
Ese tipo de pila recuerdo que se ha usado hasta en atracciones de feria para activar el movimiento, concretamente en un «látigo de feria», y me quedaba asombrado viendo como al sumergir las láminas aquello echaba a andar.
Y nada más, voy a sembrar sardinas que esta tarde por fin parece que va a llover.
Un fuerte abrazo, mis mejores deseos y que os sea leve.
Me encantó el blog de hoy.
Además está sabroso!
Abrazos
Gracias Mercedes, pero te digo que los torreznos a mi juicio, con mesura y espaciados.
Fuerte abrazo
Uy… cuantas cosas nos planteas ! Lo de los Institutos Históricos , el peligro » de los riquísimos torreznos sorianos , el amor que te mantiene unido al Museo de CCNN al que tanta ilusión y tiempo le dedicaste. Pero lo que destacó es ese aldabonazo que lanzas sobre los conflictos serios que nos rodean más allá del de Ucrania. Sí, vamos de perfil o con el corazón y los ojos vendados ante los numerosos conflictos en Africa o Palestina…. Y es que la cobertura informativa es bastante escasa. . Será por alguna razón! Bueno , Luis , enhorabuena !
Muchas gracias Amalia. En efecto, parece que unas guerras son menos guerras. ¡¡¡Poderoso caballero es don dinero!!!.
Y si, te suscribo todo lo anterior.
Beso fuerte
Querido Luis:
Hace pocos meses estuvimos buscando un restaurante con buen acceso para personas con discapacidad física en La Carihuela (Torremolinos), donde hay decenas, quizá cientos de restaurantes casi puerta con puerta. Queríamos ir con un matrimonio amigo y ella está en silla de ruedas.
La mayoría eran chiringuitos de playa con escaleritas estrechas y empinadas. Algunos estaban al nivel del comedor, pero ¡ay! la puerta era estrecha. Bueno, todo era estrecho.
Al final nos fuimos a un hotel carca de mi casa , que sí disponía de un acceso en condiciones y aseos aptos para todos los públicos.
De modo que no es menester ir a Soria, a la España despoblada, para sufrir carencias que, a estas alturas, deberían estar más que cubiertas.
Lo malo de la Tubopora es que no produce música, como ciertas estalagmitas de las Cueva de Nerja, llamadas «los tubos del órgano», aunque en realidad hay que percutirlas con una piedra para que suenen las notas
Un abrazo..
En todas partes cuecen habas Antonio. Cierto que las normas los liberan cuando se afectan a elementos estructurales de la edificación, pero eso no es casi nunca.
En fin, laxitud administrativa que supone un incordio gordo.
Gracias por intervenir. Un abrazo
Querido Luis , mis mejores deseos para Calor y Café , es una tarea dura pero muy gratificante.
No abuses de los torreznos , sin desmerecer a ese bocado especialmente intenso , su carga en » grasas «no es muy conveniente.
Gracias por inyectar en el ánimo una dosis de agudeza , frescura y recuerdos , con su poquito de aliño para que disfrute el paladar.
Un fuerte abrazo
Gracias por lo de Calor y Café.
Los torreznos, como he dicho en otra respuesta, dosificados. Es un chute muy fuerte.
Gracias por todo Pepe. Un abrazo
Mi querido amigo,
Sumergidos en la tormenta de promesas de los políticos se agradecen tus comentarios y experiencias que hacen reflexionar y sonreír (dos actividades cada vez más escasas).
Entre las promesas que hemos padecido estos días, me ha sorprendido la que ha soltado la Díaz por esa boquita: regalar a cada madrileño una maceta para contribuir al cambio climático. Estoy esperando que llegue la de su colega de Marbella que seguro que va a ser la de regalar unos espetos a todos los turistas, los del lugar que se lo paguen.
Un abrazo
Y además, la macetita a ver dónde se pone. Es de película de Berlanga.
Con lo de los espetos, no des ideas que lo mismo las intentan llevar a cabo.
En una semana que queda van a dejar a Don Natalio Rivas a la altura de una babucha.
Gracias por intervenir Antonio. Un abrazo