Otra vez un fin de año, fiestas y bicarbonato. Para no ser repetitivo, si se quiere, ocioso lector, véanse las entradas en este magno blog correspondientes a diciembre de años atrás, poco puedo añadir sobre mi opinión de «Fiestas entrañables».
Y antes de comenzar con la estructura habitual de mis entradas, voy a aclarar el título de la presente: no sé porqué cuando se refiere uno a eructos, parece que es a algo escatológico o de mala educación; nada más lejano, es saludable y, según que civilizaciones es hasta obligado hacerlo como muestra de cortesía si se es invitado. Además, alivia mucho de las digestiones pesadas, eso si, con discreción si hay personal presente.
Lo que no pongo en duda es su frecuente carácter repetitivo: tras uno suele venir otro y otro.
Pues eso, el día de la lotería, que por cierto le tocó a Hacienda más que a nadie, con esto se dice que empiezan las «entrañables fiestas», Nochebuena, Navidad, todo acompañado de eructos consecuentes a las comilonas y su posterior bicarbonato, además sobrevolando el bombardeo de papasnoeles, macizos y macizas anunciando colonias, y supuestamente graciosos que tiran, sin saber porqué, petardos intempestivos. En breve seguirán otros eructos, los Inocentes, Nochevieja, Año Nuevo y Reyes. Inocentes y Reyes tienen sus connotaciones religiosas, aunque si nos ponemos a escarbar en plan histórico científico y arqueológico, fechas, lugares y personas son mas que dudosos, pero por la proximidad me voy a referir más a los Inocentes.
Este eructo me lleva casi a mis conocimientos (que no son tremebundos) de Genética. En los Inocentes se celebra la matanza (nosotros nos conformamos con San Martín, algo más atea pero menos macabra) ordenada por Herodes el Grande de todos los niños menores de tres o dos años, para el caso da lo mismo, ante la sospecha de que entre ellos estaría el Mesías y como no tenía datos precisos pues venga, todos por igual, todos machacados. El asunto tiene divergencias de credibilidad entre estudiosos, pero ahí ha quedado, el 28 de diciembre se rememora esa matanza, cena o almuerzo y «tardeo» como se dice ahora. Más bicarbonato y eructos.
Lo que se me viene a mi giroscópica cabeza es la coincidencia geográfica, de dirigentes y hechos. En el mismo sitio donde se produjo la matanza, hoy siglos después la repetimos y casi con igual criterio: ¿que no sé dónde está el enemigo?, fácil, me los cargo a todos y seguro que caerá, y a ser posible de forma cruenta y ausente de lógica, humanidad y de todo lo que se quiera. Niños fuera, ahora bombardeados que es más rápido que la técnica de Herodes.
Por eso apunto a la Genética: ¿habrá una conexión hereditaria entre Herodes y los actuales dirigentes responsables?. Lo digo porque un clásico es estudiar, por ejemplo, el árbol genealógico de la familia de J.S.Bachs en cuanto a la herencia de las aptitudes musicales, o a la de los Borbones en cuanto a la hemofilia. Pues me planteo si hay alguna conexión en cuanto a la herencia de la mala leche.
Menos mal que en España al menos, la celebración se convirtió de forma casi surrealista, en gastar bromas, aunque esa costumbre me parece que hoy día está siendo infrecuente. Alguna, con una noticia paradójica en la prensa pero que al momento se detecta, y lo del muñequito en la espalda que ya casi ni lo recuerdo. No hay malicia. Vale.
Lo malo son las bromas pesadas, un sujeto con una motosierra en la mano y los pelos como una hidra, para mi que es una broma pesadísima, pero en fin, si a cien mil moscas les gusta la mierda, será que la mierda es buena.
No voy a ahondar vaya a ser que hiera alguna susceptibilidad.
Y como estamos a fin de este 2023 que Dios confunda, y la guasa la tengo bastante desgastada, en esta ocasión las imágenes que siguen serán de motivos más amplios, de aquellos que me sugieren personas y momentos gratos, aunque no sean exclusivas del Museo del Suárez, que también. Se irán justificando oportunamente:

Pues no sé si lo hizo como alcalde, como neurocirujano o como amigo indiscutible. La cosa fue que siendo alcalde Pepe Moratalla visitó el Museo del Instituto en el que precisamente estudió en sus años mozos y quedó sorprendido del patrimonio «oculto» en sus días.
En la imagen, a la izquierda este responsable, y con un estereóscopo de Holmes, alcalde disfrutando de una de las estereoscopías de Anatomía Humana. Aclaro: se trata de una colección de cien estereoscopías, distribuidas en dos estuches y elaboradas a finales del XIX por la Universidad de Edimburgo sobre cadáveres congelados y aportadas al Instituto por mi otrora antecesor en la cátedra, el gallego Don José Taboada Tundidor sobre el que he escrito y disertado en varias ocasiones.
Las estereoscopías son de una calidad extraordinaria, tanto fotográfica como científicamente. La de la imagen en concreto muestra la cavidad torácica una vez extraídos los pulmones, dejando visible la columna vertebral y el diafragma con su convexidad hacia arriba.

Como no era cuestión de conformar la visita con una cosa y despacharlo así por las buenas, pues manos a la obra con una de las maquetas de Dr. Auzoux, la que le sería más próxima, la del encéfalo.En el centro el director del Instituto, Antonio Martínez. En primer término asoma la maqueta del pez (una corvina) que después la desmontaría yo. La manipulación de esa maqueta ya se escapaba a los conocimientos zoológicos de Moratalla. Tiene otros, y muchos.
Ya en otras entradas me referí, con enlace a videos incluido, a la colección impecable de maquetas del Dr. Auzoux, pero nuestro Instituto no es el único, es, eso si el que tiene una colección más amplia, pero en honor a los otros, pertenecientes a la ANDPIH, coloquialmente la Asociación de Institutos Históricos de la que fui fundador y presidente hasta hace poco, inserto esta otra de Auzoux:

No necesita de mucha explicación. Magnífica maqueta de pene humano del Museo del Instituto Cardenal López de Mendoza, Burgos. Fotografía de su director y gran amigo Emilio Serrano. A propósito, esa maqueta corresponde a la del cuerpo humano de más de dos metros, existente al menos en otro Instituto en España, pero me voy a permitir (lo hice verbalmente cuando visité a este otro) calificarlos de pacatos, ya que pene y testículos estaban aparte en una caja de cartón para no «herir sensibilidades».

Y ya puestos a referirme al patrimonio extraordinario de otros Institutos de la Asociación, y que en la entrada anterior inserté juegos de medidas existentes en el Museo del Suárez, ahí va eso. Eso es una medida en condiciones, de 50 kilos. Como no hay peligro de robo (hay que ser demasiado fuerte) pues está al aire, en el suelo junto a otra de 20 kilos que no sale en la foto. Es en el despacho de Isabel Ruso de Lago, directora del Instituto Eusebio da Guarda de A Coruña, también buena amiga. Aprovecho para informar que en ese Instituto hizo Picasso el Bachillerato. En Málaga sólo hizo el examen de ingreso. Tengo mi opinión personal sobre el hecho de que en tiempos de Fraga como presidente de la Xunta, su expediente, el de Picasso, se requiriera para figurar en un expositor en el Mupega (Museo pedagógico de Galicia) y ¿junto a cual?, junto al de Fraga. Si viviera mi paisano le daba un soponcio.
Ah!, tanto el edificio del Eusebio como el de Burgos son espléndidos.
Volviendo al Suárez:

En un apartado dentro de la Sala de Física, con la ayuda inestimable de Alberto Gómez, diseñé una sala oscura para determinados instrumentos y experiencias, creo que hace tiempo ya me referí a ella pero voy a añadir los resultados:

Si en la foto de arriba se ven unas cuantas lentes, cóncavas, convexas y prisma para refracción, igualmente se ven abajo dos «cositas» como túneles de cartulina en cuyo interior hay unos foquitos led. Pues gracias al diseño que hizo Jesús Sánchez, cuando se activan, intercalando las lentes oportunas que también están ahí, se muestran fenómenos de refracción, reflexión de lo más llamativos y divulgativos.
Y para ir despidiéndome, si antes he intercalado a algunos de mis excelentes compañeros de la Asociación, que por cierto ahora la preside mi inestimable amiga Teresa Juan, del Instituto Cabrera y Pinto de La Laguna (otro con un patrimonio de olé y un edificio que pa qué), pues voy
a añadir una imagen de su Museo de Física y Química:

Bonito, ¿verdad?.
Como entre las serpentinas van confetis, pues ahí van algunos entrañables:

Mis clases en al campo, llueva o haga un día de perros, y además los alumnos me atendían algo fino, como puede verse en esta otra disertando sobre ofitas en una cantera:

No veas el discurso sobre rocas subvolcánicas, subvolcanes y demás que estaba soltando. Eso si, en una mano la pipa y en la otra un ejemplar de ofitas. Es lo que más echo de menos, las clases y los alumnos, aunque hoy día con las estructuras «educativas» me expedientarían nada más empezar el curso.
Me despido, pero para que no se diga que soy un «insonrible», mis mejores deseos para el 2024, sin insultos ni marrullerías, que sea lluvioso, y sobretodo sin muertes de niños, tan injustas como vergonzosas. Y mis consabidos consejos ante los excesos: aspirinas y bicarbonato.
Besos, abrazos y arrumacos.