Empoderamiento y otros

Sobre todo, para que se compruebe que los jubilados seguimos vivos, ahí va este parto con algún toque escatológico, advierto.

Está la moda de las palabras largas o alargadas, igual que se estudian a los huesos, largos y alargados, pero que en cuanto a las palabras me llama la atención y, al igual que otros escriben sobre los usos de moda de nuestras palabras, con más humildad y cierto riesgo voy a hacerlo yo también.
Compruebo que el término empoderamiento tan de moda, NO EXISTE en nuestro diccionario (con razón me chirriaba al oido), existe empoderar, sin la terminación que lo alarga inútilmente, que no todo lo que termine en ar si se alarga tiene sentido. ¿Alguien ha oido alguna vez cagamiento o meamiento?, si casamiento o fusilamiento, pero no enchufamiento ni aprobamiento. Una vez más, alargamos un término que comenzó refiriéndose a conquistas femeninas creyendo que así tiene más fuerza o es más culto, y no digamos el uso de él que por extensión se hace. Recientemente un titular de prensa rezaba «El empoderamiento de los tebeos» y además era referente a una exposición genérica sobre los tebeos ajena a feminismo alguno. Periodistas que debieran leer más y más culto.
No es nuevo lo de alargar para aparentar. Aún recuerdo de mis tiempos de docente lo de procedimentales o actitudinales con lo fácil que es decir procedimientos o actitudes, y encima es oportuno en el campo de la enseñanza del uso del lenguaje, que el español ofrece muchos vocablos que resumen ideas larguísimas de exponer. Tampoco se queda atrás otra moda, la de «poner en valor», con lo fácil que es decir «valorar», o si se quiere, «considerar», ojo con las mismas tampoco existe (a alguno se le habrá escapado en algún momento), valoramiento o consideramiento.
En esta línea de cascarrabias hay una moda propia de pijos que se las quieren dar de gastrónomos o someliers que me da tres patadas en el páncreas, lo de «maridar»: este vino marida muy bien con el jamón o platos de… vaya colección de chorradas con riesgos incluidos de regañina feminista, ya que lo mismo que se dice «maridar» se podría decir «mujerar», ¿porqué se ha decantado hacia la parte masculina y no por la femenina del binomio conyugal?. Y si se le añade al vino lo del «retrogusto» ya me descojono, sobre todo con el retrogusto a frutos del bosque con aroma de cítricos o vainilla, que no digo que no existan, pero es que frecuentemente lo oigo en personas que si distinguen el vino blanco del tinto ya es mucho. Y me da la risa.

Pues si, en estas fechas me está siendo difícil no entrar en cuestiones políticas tal como está el patio, pero tengo mi cabeza en que en esta semana cojo tres aviones y los que me conocen saben la simpatía que les tengo, de forma que vamos a una foto aunque no sea coral del todo:

 ¡¡¡Que tipazo!!!¡¡¡Que galanura y elegancia!!!. Con chaqueta y corbata y sin vaqueros. Lo de la pipa hubiera sido demasiado pedir, máxime cuando el suegro de la boda, mi entrañable Ángel Garrote en el centro, estaba con ella. Evidentemente boda y en Bilbao, celebración en un caseríoy por todo lo alto. A ambos lado del suegro, Feli (la mujer de Juan López) y Leandro Sequeiros que puso otra muesca en la culata al ser el cura oficiante.

Por hoy nada más, fotos del museo en la próxima entrada. Besos a todos, bicarbonato y aspirinas que son multiusos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *