En efecto, aunque uno ya está de vacaciones por la condición de jubilado, sigo poniendo con interrogantes al periodo supuestamente vacacional de las navidades.
Por si las moscas, mi felicitación acostumbrada se refiere al año nuevo. En otra entrada de este blog va la del año pasado, aquí pongo la del 16, que además es bisiesto. La fórmula que se incluye es propia del bagaje cultural de una persona de 13 años que no se haya visto «infectada» por los nuevos usos de la enseñanza, pero como uno es magnánimo lo aclaro, es el bicarbonato.
Volviendo a las navidades, a éstas además hay que sumarle al periodo electoral previo, que no desaparece ni a tiros (vaya estropajo que hay liado), todo lo que se veía venir, lo de siempre:
– Las botellas de cava derramándose por los saltos (oh loca fantasía, que se decía con crueldad en La Lechera) de los premiados en la puerta de una administración lotera.
– Miles (casi todos nosotros) diciendo que «lo que importa es que tengamos salud».
– La caza furtiva del langostino que probablemente será de Namibia
– Esa suerte de conversaciones que acaban de polémicas/peleas iniciándose con preguntas tales como: ¿votaste a Podemos?; ¿que te parece como va el Real Madrid?; o simplemente opiniones en voz alta como «pues a mi me parece bien lo del obispo de Córdoba», «también hubo corrupción en tiempos de Felipe González», «pues mi volkswagen no contamina»… todas esas cosas que nos hacen repensar un año tras otro aquella pregunta de ¿pasaste bien las Navidades o en familia?.
– Una mesa que soporta los langostinos y que para acompañar un Rueda verdejo, que hay que quedar bien. Cae la primera botella y se han descabezado los primeros crustáceos. Se abre la segunda y ya el anfitrión atisba cierto gorroneo. Van a por la tercera y con sarcasmo dice que cuidado, que después no atinarán con la llave en la cerradura del coche. Se dirigen al rulo de carne mechada y se abre una de Rioja entre alguna sonrisa residual. Alguien imita a aquel con lo de ¡¡Viva el vino!!, otro al anterior del aquel con aquello de ¿Quien eres tu para decirme a mi lo que tengo que beber?.
Ya está bien de meterte con los míos que son unos señores.
Son unos fachas que se dedican a proteger a sus amigotes.
Pues bien que les votan.
Tu y cuatro ignorantes mas.
(atacando al huevo hilado y con las mejillas púrpuras). Lo de ignorante te lo guardas.
(el abuelo sentado con su vino dulce, antiguo maestro republicano tercia para serenar). No discutáis, que después pasará con la cerradura lo que puede pasar; por cierto ¿sabéis a quién se le adjudica el invento de la llave y la cerradura?
(a coro), a algún ferretero, seguro.
Pues parece que al sabio Teodoro, de los tiempos de Pericles.
¿Jugaba en el Galatasarai el Pericles ese?.
(simultáneamente, se abre una botella de esas imposibles que sólo aparecen en estas fiestas y comparten presidencia en la mesa con algún polvorón, Licor 43)
Mira que eres tonto, Pericles era compañero de delantera de Quincoces, Zarra y Gainza.
Las coces las pegas tu, que hay que ver como te pusiste en el club La Sirena Dulce de la carretera a Puertollano, que de todo se entera uno.
No tuve culpa de que la ucraniana no supiera pasar la tarjeta de crédito.
(más licor 43, y se mezcla con el J.B.)
¿Qué es eso de la ucraniaaaaanaaa?, (voz femenina)
Un invento de tu hermano, que por cierto ¿tu como lo sabes?.
Al resto del huevo hilado, junto con un amasijo de turrón le salen alas y vuela colisionando en la mejilla más púrpura aún.
¡¡¡Nos vamos!!! que en la casa seguiremos hablando; digo, una ucraniana y yo sin el robot con la falta que me hace.
Lo dicho, una delicia.
– Ah, la televisión, gloria. A una programación aburridísima y reiterativa (será porque no hay canales a cual más tontorrón), se le trufa de millones de anuncios de perfumes a cual más imbécil. No se quién los diseña pero la verdad es que son masturbaciones mentales con idiomas pronunciados de forma absurda. Cuidado con un barco gordísimo cuyo mascarón de proa, un apuesto y macizo joven, irrumpe hasta un balcón de un edificio elegantísimo donde le espera una sujeta con corsé de Lo que el viento se llevó. O la otra con cara de salida que con ojos mórbidos se despierta en busca del opio; y no digamos nada de la bacalailla diciendo que es Cloe, perdón Clöe que queda más fino. De tortura.
Haré una salvedad confesable. Si algo tolero-comprendo de estas supuestas y entrañables fiestas (se dice así porque te revuelven las entrañas), es que al final son para los niños, y sin entrar en cuestiones monárquico bíblicas, el gesto de esta fauna el día de Reyes despierta simpatía. Angelitos. Véase abajo el de Joaquinito, hijo, nieto y bisnieto de Joaquines amigos míos. Tiene algo más de un año.
Pues por eso, a leer y a pensar, cosa rara en estos tiempos. Quizás perniciosa.
Pensando, he caído en que ya es hora de que dedique alguna entrada del blog a mis avatares en la enseñanza. Si, he dicho Enseñanza, no educación. Por un lado siempre he defendido, y no será nuevo para los que saben de mi, que una de las consecuencias de enseñar es la educación, aparte de otras muchas a cual más benéfica, y que el transponer los términos es consecuencia de la infección por parte de las medianías en el gremio; si sigo en estas divagaciones, lo fácil por interesado en rebatirlas sin argumentos, es calificarnos a los que pensamos así–que no pocos y curiosamente somos los de más experiencia y sin falsa modestia, prestigio– de retrógrados, cuando no de franquistas, y se quedan tan panchos. Pero insisto, otra entrada que prometo próxima.