Generosísimos lectores y seguidores:
Este mes de febrero ha estado presidido por el surrealismo o así me lo parece por lo que justificaré, y eso que me ha tenido ocupado en buena parte la preparación de una conferencia de la que también diré alguna cosilla.
Lo más surrealista, empezaré contándolo porque lo merece, ha sido encontrarme con Pérez Galdós y con Beethoven por la calle como dos descosidos gritando ¡¡¡dejadme de aniversarios y dadme una mascarilla!!!. Y eso que el asunto Pérez Galdós está más suave que el del músico, que hay que reconocer que tampoco está siendo machacón en exceso, en Radio Clásica le dedican sus programas sin caer en la pesadez ñoña y hay que considerarlo, pero ambos vejetes no se si esotéricamente están al tanto de la necesidad acuciante de una mascarilla, y no se conforman con una masbaratilla.
Aunque ya hay voces sobre este punto de vista, este maremoto del coronavirus (obsérvese que no digo tsunami por aquello del posible contagio a través del palabro japonés) me recuerda al instante a otros, al de las vacas locas, encefalopatía espongiforme para acojonar al personal, y si se preguntaba peor, que en el encéfalo se producían huecos, agujeros y se veían vacas a las que les fallaban los remos. No se sabía si eran de aquí ni cuantas, pero acojonaba. Que recuerde a nadie le pasó nada, pero el consumo cayó estrepitosa y sospechosamente. Y eso que los veterinarios informaban que era una enfermedad ya conocida en el vacuno. Alguien sacó tajada.
Lo mismo con la peste porcina, con la gripe A y con tantas cosas. Pero, quizás me equivoque, en todas estas ocasiones alguien sale beneficiado de rebote. Ahora con la cancelación de grandes congresos/ferias internacionales, creo que ya van tres, ya hay quien se ha beneficiado. Lo dejo al discurrir del lector.
En plan de dirigir estas conductas colectivas, sin llegar a la moda del siniestro catastrofismo colectivo de los casos anteriores, recuerdo cuando con la tele en blanco y negro salió Ullastres, si Ullastres, aquel ministro de exteriores en tiempos de Franco, diciendo que en su casa su mujer compraba siempre aceite de soja que no se notaba la diferencia con el de oliva y era mucho más barato. Había que potenciar vaya usted a saber que importación.
Y lo del coronavirus de ahora es tan surrealista que parece sacado de una obra de ARCO, que ya puestos es en estos días. Una forma de gripe que según todos los que deben entender no es ni más ni menos que eso, y que la mortandad no supera a la de una normal.
No quiero frivolizar, pero peor sería una epidemia de ataques de caspa, fácilmente confundibles con el telele húngaro. En éste la característica es la aparición de una ramita que crece desde la oreja y en su extremo nace una pera. En el ataque de caspa, fácilmente identificable, la pera se sustituye por un chirimoyo y sobre los hombros se asientan pequeños pitufos cantando «montañas nevadas». Ambas dolencias se transmiten a través de la malafollá y tienen un tratamiento similar y casi casero, una infusión de menta poleo a la que se añade lejía «el Conejo», ojo no confundir la marca, y un buen chorreón de orujo gallego. Oiga, mano de santo. Estarían detrás confabuladas las marcas de infusiones, la fábrica de lejía y los de la Galicia vaciada con sus alambiques.
La conferencia. Resulta que en mi antiguo Instituto, el Padre Suárez, me habían invitado a dar una conferencia a colación del 175 aniversario que, al igual que otros de la misma promoción iban a celebrar. Pues la titulé «Institutos y Patrimonio», en general, no específica del patrimonio del Instituto porque para eso había otros actos y era evidente el mismo estando allí. Se supone que ese título requería una serie de imágenes y así las preparé. Pues echando de menos un simple proyector de diapositivas, me enfrenté a que los medios informáticos de ahora no me fueron propicios, de forma que me guardé el lapicillo con la presentación de las imágenes y tiré de uno de mis archiconocidos guiones, una hojita con quince garabatos. Hora y diez largando, y procurando no aburrir al personal reestructurando toda la charla sobre la marcha. Parece que gustó. Incluyo esta imagen tomada al finalizar el acto, a la espera de que me proporcionen la entendidas como «oficiales».
Buenos amigos: Rosario Gómez, el menda, Rafael «elcanario» antiguo compañero de Ciencias Naturales y buen amigo, Sandoval, antiguo alumno y hoy catedrático de Paleontología, Palomares, marido de Rosario y antiguo compañero, muy prestigioso profesor de Música y siempre amigo y mejor persona, cerrando por la derecha Antonio Requena, profesor de Alemán y encargado de la Biblioteca al que le deseo suerte y reconocimiento.
Y lo voy a dejar aquí, ya se que algunos disfrutáis con las imágenes de los bichos y la cacharrería del Museo de mi antiguo Instituto, pero me parece que la entrada me ha salido bastante larga y surrealista.
Prometo que en la próxima, ya en marzo, os aburriré con esas fotos.
Efectivamente, alarmismo total, eso es lo que vende en TV, cualquier cadena. Y claro, quien o quiénes se están beneficiando económicamente de esta situación? No sé si lo sabremos algún día. Estoy hoy pesimista porque soy siempre muy optimista
Un beso Luis