Vamos a mantener el humor o intentarlo. Casi una heroicidad.
He titulado esta entrada como «indol» y no se interprete como una pedantería científica. El indol es una moleculita constituida por otras dos, un benceno y un pirrol (me sale la pedantería, pido perdón), pero que no sólo es uno de los componentes, y en gran proporción, de nuestra caca sino el responsable del olor. Viene a cuento porque ese mismo indol en proporciones muy diluidas es el responsable del aroma, que no peste, de varias flores entre ellas los jazmines. Paradojas olfativas.
Y es que está sucediendo lo mismo con el bombardeo informativo. Comprendo, y es lógico, que las noticias sobre el jodido virus, su evolución y sus consecuencias, sean prioritarias en estos momentos, pero de ahí a preguntar la opinión a mindundis de prensa del corazón, a los horóscopos, al que pasaba por ahí, al zahorí que todo lo sabe, con el supuesto fin de hacer una información «exhaustiva», provoca ya jaqueca, hastío, y vamos a terminar porque nos caiga simpático el virus. No por Dios, ya está bien, mesura. En su dimensión, estas noticias son casi obligadas, diría yo, pero con esta densidad adulterada son como el indol en el retrete.
Y casi lo mismo con el Año Beethoven: mi emisora de fondo es Radio Clásica. Pues creo que se están pasando, o Don Juan o Juanillo. Y a mi que me gustaba la novena sinfonía, natural, riesgo corro de empezar a aborrecerla y que me perdonen los forofos, que yo también lo fui. Y por cierto, si alguien se entretiene en leer traducido el poema de Shiller, que lo diga en voz alta, que se atreva, ¡¡¡un pastelazo!!!; se que me voy a arriesgar a críticas gordas, pero ese mensaje me gusta más por John Lennon en Imagine.
Y peor, hay obras de Beethoven como el Fidelio o el concierto para violín, que parece que están en segundo plano, y casi lo mismo con la música de cámara aunque menos. En fin, que creo que la saturación nunca es buena.
En el polo opuesto, e insisto, al pobre Pérez Galdós casi casi no se le hace ni caso. Parece que se repite la alergia al grancanario de cuando sectores hispanos reaccionarios se opusieron frontalmente a que se le concediera el Nobel; los mismos sectores que apoyaron a Echegaray, el de los dramas. Entre los dos, como el champán y la gaseosa. Abundando, he visto en la televisión un avance de algo que han hecho en teatro sobre Galdós, una «performance biográfica», y me hubiera gustado que estuvieran presentes Espartero, Zumalacárregui, Prim o Narváez, personajes que, además de históricos refleja Galdós impecablemente, para que dieran cuenta de actores, director, autor y hasta el de la iluminación. Vergüenza ajena. Pero es lo que hay.
Tan lo que es lo que hay, que ahora parece que reivindican a los globos terráqueos para que los nenes aprendan Geografía. ¡¡¡Toma ya descubrimiento!!!, es que los psicopedagogos están que se salen. De camino verán que la Tierra es redonda, y que un globo terráqueo sirve para algo más que para aquella escena de Encuentros en la tercera fase, en la que se desmonta de mala manera, se echa a rodar y todo para ver unas coordenadas. De camino, tras este asombroso avance y descubrimiento educativo, resuciten al Atlas de Salinas donde aprendimos todos y de camino se conocerá que Cáceres está en Extremadura y el Aneto en los Pirineos.
Y ya si se complementa cantando en clase sería el descubrimiento pedagógico-educativo del siglo, recuerdan aquello de «¿Machichaco en Vizcaya, Ajo en Santander, Peña en Asturias, Ortegal y Finisterre en la Coruña….?». En efecto, lo que se aprende cantando no se olvida nunca, y no hablemos de la Tabla de Multiplicar, que hasta Alberto Closas la grabó. Mi hijo la aprendió con el disco de Enrique y Ana.
A propósito de lo anterior, de aquella costumbre de aprender cantando, hoy totalmente vituperable por los «expertos educativos», cuento y advierto que fue una especie de gamberrada por mi parte:
De mucho antes de la implantación de LOGSE y derivados, siempre hacía una prueba de conocimientos generales a los alumnos que se incorporaban al Instituto. Pues el primer año que vinieron los de estos planes educativos se encontraron conque una de las preguntas (eran muchas) fue ¿Contra quién luchó Viriato?, y se daban cuatro opciones, los árabes, los romanos, los nazis o los franceses. ¡¡¡Pues ganaron los nazis!!!, si señor entre cuarenta alumnos por goleada salieron los nazis. Teatralmente y ante mi estupor, pregunté si es que no habían cantado nuca aquello de «Viriato era un pastor lusitano que luchó…(hemistiquio por mi parte) ¡¡¡contra los romanos!!!. No diré que entré en cólera, pero ante la respuesta de aquellos ángeles inocentes de que no habían cantado nunca en la escuela, la mía fue otra pregunta, ¿ni siquiera el señor don gato?; pues tampoco. Me lo pusieron a huevo, les dije (y a mi no se me contradecía así por las buenas), que al día siguiente TODOS IBAN A CANTAR EL SEÑOR DON GATO, que lo preguntaran en sus casas, a padres a abuelos… Glorioso, al día siguiente unos con un papelito, otros se lo traían sabido, a coro: «Estaba el señor don gato sentadito en su tejado marramamiau, miau miau…» gestos mixtos de estupefacción y risas. Los comentarios fueron para grabarlos. Lo malo es que minutos más tarde comencé la clase normal y corriente, y a tomar notas y a atender como Dios manda.
En otra ocasión contaré otra gamberrada y de alumno, no de profesor, que también están en la biografía.
Y como se trata de ayudar al optimismo, ahí va una imagen de otros momentos:
De izquierda a derecha, Juan Leal, Antonio Prado y yo. Vicepresidente, Tesorero y Presidente de la Asociación de Institutos Históricos. Es en Logroño en las VI Jornadas en un bar entrañable frente al Instituto Sagasta, creo recordar que se llama San Bartolomé, pero el humor y el optimismo de los tres es evidente que es de lo que se trata.
Y otra de otro capítulo de la enciclopedia del optimismo:
Mi mujer, Krmela, y mi sobrino Pepe. Verano del 86, Restaurante San Jaime en Santiago. Ataque de risa colectivo de los que no se pueden parar y sin saber porqué. Hilaridad absoluta.
Vamos a cosas del Museo:
Un magnífico ejemplar de Phallusia, un tunicado primo de las Acidias, esos que están entre vertebrados e invertebrados. El nombre vulgar es como de costumbre discutible, según los localismos, de forma que lo dejamos en Phallusia que alude, eso si, a su forma de falo. Literal.
Y otro de la Sala de Física:
Una preciosa Balanza Hidrostática, modelo Galileo. Ya se insertó en este modesto blog una de Mohr, más actualizada que la presente. La finalidad del aparato es calcular la densidad de algo, sea sólido o líquido. Su funcionamiento es evidente, pero por si las moscas, por aquello de que no estamos en edad de desgastar mucho el magín informo. Conocido el volumen de lo que se va a investigar (si es sólido, método de la probeta, se sumerge y se lee lo que ha ascendido el nivel), y si es líquido a la probeta directamente; se introduce en el depósito que cuelga de uno de los platillos y se nivela la balanza, se sumerge ese depósito en un cacharro con agua y por Arquímedes se desnivelará, se vuelve a nivelar, ya conocemos el dato que nos falta para aplicar aquello de que la densidad es Peso/Volumen. Garguerías de introducir en agua destilada y a cuatro grados, masa en lugar de peso etcétera, aunque reales nos despistan, se trata de un cacharro enfocado a la demostración.
Y hasta dentro de unos días, esperemos encontrarnos con alguna noticia más optimista, aunque personalmente no estoy como Tristón la hiena. Abrazos y a cuidarse.
Por eso ciertos jazmines huelen a orin?Q no para uno con Ud.de aprender.Mi madre me nombró Alberto x Clases.No recordaba,gracias.A mi el Benito y el Beethoven casi q me Dan igual,me gusta la cercanía de Luis.
Fe de errata.Por "Closas"
Es una pena que el protagonismo del año 2020 lo haya absorbido el Coronavirus en detrimento de Beethoven y Galdós!
Abrazos
Mercedes
De memoria y cantando tengo muchos recuerdos, además del Señor Don GAto, jeje las tablas de multiplicar y las terminaciones de todos los tiempos verbales en francés!!!
Un abrazo
Gracias Teresa por intervenir, extensiva a todos los que lo hacéis, aunque la gran mayoría lo hace con el móvil.
Si añado que lo de cantar no es extensible a las escenas del colegio de "Amanece que no es poco". Magníficas, pero ese surrealismo no lo veo posible en la actualidad.