Como de costumbre, desarrollaré el título tras el comentario a la imagen con la que abro este parto que es la que sigue:
Tengo la duda si ya la inserté en otra ocasión, pero ahora lo considero oportunísimo. El caballero que me acompaña es ni más ni menos que Paolo Brenni, supongo que para la mayoría será un guiri más, grande, gordote y con cara de displicencia. Pues no, y como una vez más hay discriminaciones hacia lo científico, las hay hasta por los obituarios.
No digo que no haya sentido las pérdidas de personas tan relevantes como Almudena y Verónica, a las que profesaba todas mis simpatías y valoraciones, pero la súbita desaparición de Paolo (puto infarto) ha quedado restringida a poquitos círculos científicos. Para los no iniciados les informo que era el director del Museo Galileo de Florencia, museo de Historia de la Ciencia envidia de todos los demás, un experto en instrumentación científica histórica como pocos. Aunque nació en Suiza era más italiano que los espaguetis, lo conocí en una reunión de la ASEISTE en el Museo Bertran D’Agescci y tengo que reconocer que imponía, no sólo por su aspecto físico tremendo, voluminoso con abrigo grande y sombrero de ala ancha, casi «esquilachero» y fumando puritos discretamente, sino por su alocución brillantísima y con voz rotunda. Se le tenía casi veneración, justamente. Puede comprobarse en algunos vídeos colgados en YouTube o en Vimeo, tanto de conferencias como del manejo de aparatos históricos. Al poco tiempo coincidimos en Madrid como invitados a unas Jornadas organizadas por el Museo Nacional de Ciencia y Técnica tituladas «Restaura Ciencia» a las que corresponde la imagen. Sin entrar en el meollo de esas Jornadas, una de las cosas fructíferas fue ese encuentro con Paolo. Nada más verme me saludó efusivamente (engordé como cinco kilos), le tenía preparado un ejemplar de mi libro «Los instrumentos científicos del antiguo Instituto Provincial de Granada», se sentó a verlo detenidamente y al cabo de un rato me hizo ese conocido gesto uniendo los extremos de los dedos pulgar e índice, dejando un circulito y agitando el brazo. Aprobación evidente, engordé otros cinco kilos, ya que pasar ese examen por esa autoridad en la materia no fue moco de pavo. A la hora de almorzar me buscó y se me sentó a mi lado, chapurreaba bastante español y cogí cinco kilos más, no por el almuerzo, sino por el significado de la compañía. Aconsejo que se amplíe en internet el conocimiento sobre esta persona. Descanse en paz.
Y el título de la entrada, Hippobosca, no es ni más ni menos que el del género de una de las conocidas como «Mosca cojonera«, y como la cosa va hoy con matices científicos, pues eso. ¿Alguien me va a discutir que el virus, el 2021 y nuevamente los anuncios navideños no son una mosca cojonera?. Por si alguno cree que esquivo más explicaciones científicas, digo que Hippoboscas conozco a dos cojoneras, la equina, de burros y caballos, y la de las palomas, que no tienen cojones que se les vean pero que se las lleva por delante.
Del virus ya no se si hablar, ¡¡¡Dios que cruz!!!; con esto de las terrazas y la hostelería dichosa me acuerdo de aquel suicidio colectivo en la Guyana de hace casi cuarenta años, la diñaron más de 900 personas, y al parecer (nunca se esclareció totalmente) tan a gusto. Pues nada, ¡¡¡que llenen!!!, y después nos vamos al futbol tan contentos, y venga a aprovechar celebraciones y puentes, no desairemos a las efemérides, y si son religiosas menos, nos vayamos a condenar o a perder un achuchón con esa, o ese compañero de trabajo al que habíamos echado el ojo, que con dos copas le echamos el ojo y lo que haga falta, que me he puesto calzoncillos rojos o ligas eróticas. Compartimos mesas y virus como está mandado. ¿Mascaqué….? Ah!, mascarillas, que antigüedad, que rancio, eso es para los enfermos.
Mientras en el tercer mundo las vacunas son como hoy en estos momentos, que te toque la lotería. Y las patentes sin liberar, a pagar a las indigentes farmacéuticas como está mandado. Vayan a arruinarse.
Es que el 2021, aparte de como he dicho en un vídeo/felicitación (si no se ha recibido, sólo reclamarlo que es muy cortito), pues eso, que es un número muy feo además de número primo, a los que personalmente como a los años bisiestos no les profeso simpatía.
Sin hacer un resumen, poco podía esperar de un año que comenzó (virus y confinamientos aparte), con un energúmeno casi desvestido con unos cuernos enoooormes asaltando al Congreso de EEUU, y que tras los terroríficos diálogos-ataques polítcos con los que no pienso ensuciar este blog, se nos añade lo del volcán palmeño, que si bien tiene su evidente lectura trágica, casi en voz baja me atrevo a señalar (como muchos) la otra evidencia, la de la lectura científica, aunque algunos de los «sesudos» comentaristas al respecto hayan dicho tonterías muy gordas. Parece que ha habido una selección natural casi darwiniana y últimamente están más sensatos.
Pero cojonera es la manía de las iluminaciones por doquier, que por cierto han traído sus consecuencias. En Belén no creo que hubiera problemas con megavatios ni alumbrado de Navidad, pues no veas la que se ha liado por aquí por aquello de la iluminación que algunos han descifrado como «satánica». Como alguien ha dicho, la empresa responsable ha roto en carcajadas. Una gran empresa ya internacional de Puente Gentil, si, ese pueblo de Córdoba históricamente famoso por su carne de membrillo, difunde satanismo como te descuides.
Silogismo: si ahora se suplen los árboles de Navidad por unos conos (menos mal, pobres árboles y bosques) a manera de capirotes gigantes tapizados de lucecitas, hechos también en Puente Gentil, y si por otra parte en la misma localidad hay una empresa importante de capirotes para los penitentes de Semana Santa, El Capirotero, ¿Porqué no hacen una sola empresa y entre unos fines con otros se amortíguan y frenan las suspicacias?. Claro que al momento saldrían los de la carne de membrillo reclamando algún protagonismo, no se, que embadurnen los conos, que cuelguen latas de las «cruces invertidas». En fin, a consensuar, y si no, a un Tribunal de Justicia que está de moda.
Pues variando de tercio, sigo con lo mejor que creo que se puede hacer, y aparte de lecturas ya comprometidas con sus autores y otras que están en la cola, no me resisto a un consejo, un librito que se lee en una tarde de Eduardo Mendoza titulado «Sin noticias de Gurb». No es que sea una joya de la literatura clásica, pero las carcajadas están garantizadas; vaya imaginación y sentido del humor. Alguien que me conoce bien (mi hijo) me lo regaló por mis 74 añitos y ha sido tan oportuno como desternillante. De nada.
Vamos a por las imágenes de elementos del Museo del Suárez:
Hacía tiempo que no insertaba moluscos, como estaban celosos ahí van dos ejemplares de Neritina, género de gasterópodos (caracoles) que tiene bastantes especies, ésta, la auriculata, es conocida vulgarmente (esos nombres me dan alergia) como «caracol Batman», vale para comerciantes de coleccionismo, pero opino que debe prevalecer el nombre científico.
Una preciosa maqueta/modelo en escayola de un Iguanodon. Hay que aclarar que el nombre de este reptil obedece a la semejanza de sus dientes con los de una actual iguana, pero honestamente también hay que decir que esa especie de cuernecito en la frente es un error. Cuando se encontró un esqueleto fósil, como era de esperar los huesos no estaban ordenados sino en «batiburrillo», un hueso de un pulgar estaba situado en la frente, casi en posición fetal para entendernos, y se creyó que correspondía a un cuerno. El error se hizo «viral» como se dice ahora. No, para cuernos los del asaltante al Congreso.
Y algún aparato De los que gustaban a Paolo Brenni:
Un precioso electroimán. Un solenoide formado por dos hilos de cobre de diferente calibre enrollados en un tubo en cuyo interior se sitúa una barra de hierro dulce (exento de Carbono, chupar sería de tontos), al conectar a una corriente el solenoide, no hace falta gran voltaje, el Hierro se vuelve magnético por inducción, lo que se comprueba fácilmente con unas limaduras, acercando una brújula, etcétera. Un precioso instrumento didáctico y en muy buen estado.
¿Que más os digo?, pues que voy a comprobar como va la Lotería y probablemente acabaré diciendo aquello de que «menos mal que tenemos buena salud». Feliz 2022 en lo que se pueda y nos dejen y repito, no dudéis en pedirme el video de la felicitación si estáis interesados. Fuerte abrazo.
«Menos mal que tenemos buena salud», y Feliz 2022.
Y (menos mal) que solo coincidiste en una reunión con Paolo Brenni, q.e.p.d., que si llega a ser en varias, los kilos engordados te habrían lastrado más de la cuenta. Aunque, bien pensado, si eran kilos de satisfacción, esos no pesan.
Pues si, querido Antonio, esos kilos fueron de satisfacción, añadiendo que él ya me había oído en mis intervenciones en Francia, luego arrastraba la opinión al respecto hacia mi persona. Gracias por intervenir. Abrazo fuerte.
Mi querido amigo y profesor de todos ( siempre nos ayudas a aprender algo nuevo ).
Son dias de recuerdos y añoranzas y desgraciadamente de perdidas de alguien cercano ó conocido; siento el infarto de Paolo ,hombre de especial consideración y trayectoria, También son otros muchos los que nos dejan por acción directa del virus ó por que este bloquea retrasa ó impide la normal atención de otras patologías.
Por eso , siempre , pero especialmente en esta salida del 2021 y llegada del 2022 los sentimientos están mas a flor de piel y volcánicos. Serán cosas de la edad . Salud y felicidad. Gracias por aplicarnos el remedio de la sonrisa y agudizar el intelecto. Un abrazo maestro.
Pepe, no es mi intención seguir dando clases, aunque después de tantísimos años queda la inercia.
Ojo, que esos recuerdos suelen ser pseudópodos nostálgicos y casi siempre entristecedores, especialmente los del turrón 25, las muñecas de Famosa, etcétera. Mejor agradecer que estamos de pié, y no solos, y que tenemos nuestra parcela para que todo vaya algo mejor. La mía es sacar, al menos, una sonrisa y la percepción de que como sigamos tristones es como no avanzaremos nada; eso si, sin perder el espíritu crítico.
Fuerte abrazo y gracias por intervenir.
Querido Luis, coincido contigo en que vivimos tiempos extraños. Por una parte el delirante tinglado navideño que nos atrapa a nuestro pesar sin que podamos evadirnos, y por otra el espantajo de la pandemia que nos amenaza con enfermedad y muerte. Dos fantasmas en pugna, el de la Navidad y el del COVID que compiten entre sí por el mismo espacio. La propaganda navideña nos dice que nos reunamos y festejemos sin cesar, la otra que la celebración es tentar a la suerte. Lo dicho, tiempos extraños. Como tú en tu felicitación, solo me querda desear que el año que viene sea mejor que este, no creo que sea difíicil.
Pepe, gracias por intervenir ante todo. Lo del «tinglado navideño» ya en una entrada anterior lo aclaré, se les dicen «fiestas entrañables» porque revuelven las entrañas: la falsedad y el ponerse de perfil es lo que priman.
De todas formas, mi natural optimismo me refuerza ante este 2022, y quisiera que fuera contagioso al menos hasta que las informaciones vayan llegando y arruinándolo. Fuerte abrazo
Hola Luis, como siempre un gusto leerte. Buscaré la obra de Paolo . Un abrazo
Gracias Paco, pero me da la impresión que te equivocas, respecto a Paolo mi consejo es el que se investigue sobre la persona; la obra recomendada es de Eduardo Mendoza, Sin noticias de Gurb. Conociéndote te gustará.
DEP tu entrañable amigo Paolo Brenni!
Qué suerte haberos conocido!
Esperemos que en el 2022 se vislumbre la luz «al final del túnel», y que sigamos leyéndote.
Abrazos
Mercedes
Pues si, lo de Paolo ha sido una lástima, añadido lo inesperado. Un obituario a un científico no es frecuente pero si justo.
Respondo esto el Día de los Inocentes y espero que no sea una inocentada, yo también deseo que el 22 sea más, al menos, amable. Mercedes, fuerte abrazo y gracias por intervenir.
Me encanta aprender «ciencias naturales» con tus textos, aunque no me voy a aprender el nombre científico de la mosca cojonera, pero algo se me va quedando, que nunca es tarde para aprender.
Gracias por intervenir Isabel, no es el momento de hablar de la importancia de la nomenclatura científica, pero, fíate de mi, es sumamente importante.
Abrazos
Jeje, quería poner cinco estrellas pero se ha quedado en 4’3, un abrazo Luis.
Gracias por intervenir. Lo que pasa es que nunca he sido de calificaciones con decimales, o cuatro o cinco, ahí no he creído ni en equidistancias ni en escala de grises. Me alegra que te hayas al menos sonreído. Abrazos