Al igual que en las anteriores, la Sala III que se llama de “la Arqueología Científica”, presenta por razones de espacio algunos armarios que no corresponden a ese contenido y que debieran estar en la Sala anterior. Aquí encontramos a uno de los quebrantahuesos, las monstruosidades y el grueso de la colección de osteología.
El grueso de la Sala expone instrumentos científicos de enorme interés, que al igual que los que se encuentran en la Sala de Física y Química, todos del siglo XIX, no tienen nada que envidiar a los expuestos en los museos internacionales más prestigiosos: planetarios, grafómetros, teodolitos, brújulas, microscopios y diverso material para microscopía, goniómetros, estereóscopos con magníficas colecciones científicas de estereoscopía, e incluso un “neceser de mineralogista” o especie de laboratorio mineral portátil.
Romboedro perfecto de Espato de Islandia, tallado según pinacoide 0001, demostración de la existencia del eje óptico.
En el aspecto educativo, esta Sala contiene dos conjuntos de excepcional inertes, las “cajas educativas del Dr. Kagerah” y las maquetas del Dr. Auzoux. Las primeras son estuches temáticos exclusivamente pedagógicos. En ellos se muestran las sucesivas fases por las que pasa un producto natural hasta que es apto para su uso; colección de diecinueve cajas completas que en su día fueron galardonadas en numerosas exposiciones.
Las maquetas del Dr. Auzoux es un conjunto emblemático del Museo, ya que si bien no son raras en algunos museos o colecciones, podemos presumir de poseer más de cuarenta y en estado óptimo la gran mayoría.
Merecen una entrada aparte y un tratamiento particular. Anticipemos que el Dr. Auzoux confeccionaba sus maquetas en “papel maché“, utilizando diferentes tipos de pasta de papel para imitar la textura real en lo posible. Este hecho nos va indicando lo delicado de su manejo y conservación. A lo anterior se aúna la perfección y meticulosidad anatómica y lo ingenioso del sistema de engarce de las piezas, lo que las hace laberínticas para el profano.
Maqueta del caracol, detalle del hepatopancreas.
Es notoria la admiración que produce asistir al desmontaje y posterior montaje de estas maquetas. Algunas son estáticas, no se desmontan, como la de los cráneos de distintas razas humanas, pero la gran mayoría se desmembran en las diferentes estructuras de forma espectacular como la de la cabeza de víbora, el encéfalo humano o el de gorila, el caracol, la sanguijuela, lengua y faringe humana, y en especial la de la perca marina que preside el eje de la Sala.
Maqueta (modelo clástico) de Perca marina («corvina»).
Iniciando el desmontaje de las piezas. (ver video en el apartado Auzoux)
Varias colecciones de vidrios educativos para linterna mágica, doscientos noventa en total completan esta Sala. Una selección está dispuesta en ergatoscopios para que pueda ser observada fácilmente.
Uno de los ergatoscopios mostrando algunas de las placas de linterna mágica.
El pasillo completa este recorrido por la sección dedicada a las Ciencias Naturales. En él se exponen varios conjuntos de elementos distribuidos en expositores, estanterías, poyatas y paredes.
En las estanterías se encuentran los frascos con los invertebrados y pequeños vertebrados y en horizontal y poyatas, minerales y rocas. Los frascos conservan en la medida de lo posible, como viene siendo norma, la etiqueta con la nomenclatura original y ordenados según la escala zoológica, desde embriones hasta reptiles, destacando a la colección de poríferos, de poliquetos, crustáceos, ascídias e incluso pez zorro, quimera, gallipatos, y moloch y basilisco ya en reptiles.
Curiosísimo ejemplar de Moloch.
Los diez y siete expositores horizontales muestran la colección de minerales y rocas. Los primeros ordenados según la clasificación de Berzelius, las segundas por petrogenética: ígneas, sedimentarias y metamórficas. La valoración de los minerales puede ser diversa y no somos una excepción: la rareza del mineral (la silvana, telururo de oro y plata, o la mesotypa, nombre antiguo de la natrolita…); la rareza en su forma de presentarse (gran cristal de yeso sin maclar, prismas aciculares de aragonito entre otros), la belleza de su cristalización (la colección de cristales de cuarzo o fluoritas) o por algún dato histórico (oro del río Darro, las platas rojas de Hiendelaencina o la plata nativa de Las Herrerías).
Magnífico ejemplar de «cuarzo en cetro o fungiforme», 27 cms. de largo el prisma central. Santiago de Compostela.
Crecimientos estalactíticos de Gohetita (Gossen de Riotinto, Huelva)
La colección de rocas evidencia un enorme contraste entre la nomenclatura decimonónica conservada y la actual. No se nos olvide que la petrología fue eminentemente descriptiva hasta su concepción actual más genética. La lectura de las etiquetas suponen un placer añadido al conocedor de rocas.
Colección-Muestrario de canteras de rocas ornamentales de Andalucía, anteriores siglo XX.
La gran mayoría de los ejemplares de rocas son ejemplares tallados con las medidas clásicas de cinco por siete centímetros aproximadamente.