Pues digo que sigue revoloteando y naturalmente que me refiero a la moscarda.
¡¡Vaya otoño!!, y para colmo lo de que noviembre es el mes de los muertos se está cumpliendo en este caso a pies juntillas.
Vamos con algo de orden.
En la entrada anterior, «la moscarda», ya refería el despropósito que estaban haciendo con el Museo de mi antiguo instituto. No quiero extenderme aquí, pero si algún apunte.
A mi parecer la respuesta por parte del instituto se pudo y se puede calificar de tibia, bastante tibia.
Al punto de que la reivindicación de volver a su estatus anterior la enarbola en este momento la Asociación Nacional para la Defensa del Patrimonio de los Institutos Históricos. Tuvimos una reunión con el Delegado de Educación de Granada tanto el vicepresidente (Juan Leal) como yo, y la verdad es que salimos nada optimista. Puedo, pudimos concluir dos aspectos que nos parecieron patentes por parte de este representante político: que no era prioritario y que no sabía nada de estas necesidades. Olé.
En este momento la reivindicación sigue aunque en manos de la propia Junta de Andalucía, en Sevilla, y veremos allí como entienden esto que, una vez más, sin conocerlo es difícil. Seguirán creyendo que el Museo consiste en tres cajitas de minerales que los niños llevan para subir nota y reticentes a visitarlo. Hemos acudido a las más altas instancias con la ayuda de otros cargos políticos, pero hasta que no muevan ficha, que hasta ahora no lo han hecho, nos invade el escepticismo. Desde la Asociación se redactó un escrito (el autor prácticamente fue Antonio Prado, el tesorero) tan impecable como extenso y obra en poder del vicepresidente de la Junta. Igualmente, Ramón Ramos en El Mundo publicó un artículo bastante bueno, pero es lavarle la cabeza al burro, perder el jabón y el tiempo. Ahí va el enlace:
http://www.elmundo.es/andalucia/2015/11/02/56375619268e3e025c8b460e.html
Ojalá tenga motivos para dedicar una nueva entrada con alguna noticia esperanzadora.
Lo de los muertos (ahora se dice difuntos, o que se han ido), pues empezamos el mes con la defunción de Juan Alonso. Aunque llevábamos tiempo sin conectar, ya que se recluyó en si mismo desde la primavera del 2014 y cortó vida social, no tengo que decir que lo consideraba un amigo, sin más epítetos. En su recuerdo, voy a insertar esta imagen
Como es sabido vino muchas veces a Santiago de Compostela conmigo. Esta foto la tomé tras una opípara comida en el San Clodio en la Rúa da Insiñanza, o Virgen da Cerca, lo prefiero sonriendo.
Pues después vino la defunción de otro amigo, Cayetano Anibal González Romero, amigo desde mistiempos de penene en el Suárez. Hace poco la de José Antonio Rivas, que colaboró en aquel Homenaje a García Lorca del 68, homenaje del que alguna vez hablaré, pero que como dice Juan de Loxa, fue un homenaje «valiente». Y por ahora espero que noviembre se pare.
En medio algo «festivo». Por fin el instituto se decidió a convocar una despedida a los jubilados, si, el Padre Suárez aunque parezca mentira. Al cabo de casi un año de jubilado se decidieron con la idea de «hacerlo coincidir» con la jubilación de otros, claro que así podrían dilatarlo mucho más. Y mira que cuando vinieron a comunicarme lo de un homenaje, ahora hace un año, les dije que sin actos ni protocolos ni nada rimbombante, que lo procedente para mi persona y carácter era un almuerzo en una venta, tal como suena, y de hacerlo prontito, lo más tardar para febrero del 2015. Ni caso, nada de almuerzo, cena. El Salón de Actos como si fuera una imposición de medallas, y además con casi un año de retraso. Se ha puesto de moda esto de las jubilaciones colectivas y esto en el Suárez me chirría; si que recuerdo una ocasión con cinco a la vez, pero es que ¡¡se jubilaron a la vez!!. En fin, que acudí, hablé una media hora pasada, dicen que estuve muy bien. Lo grabaron, pero con tal «mal ángel» que no se oye casi nada. Y eso que hay allí técnicos para todo, aulas de informática y tecnología que invaden espacios por doquier, pero de nuevo estaba la moscarda.

El menda largando cosa fina, flanqueado por el director y la vicedirectora.
Se observará entre los directivos un gesto de «a ver que va a decir éste». Al ánimo por el estrangulamiento del Museo y el ambiente último tan «relajado y cariñoso», se añadió el que comencé la alocución diciendo que no iba a ser «políticamente correcto». Se les subieron las anginas y no cayeron en que uno conserva elegancia, que hay que saber estar y por tanto despedirse. No lo llevé escrito pero si muy preparado, sólo una cartulina como guión, y encima al parecer, como ya he apuntado, gustó mucho. Hice una serie de reflexiones educativas, creo que tras más de cuarenta y cuatro años tengo autoridad al respecto, alusiones a mis alumnos y a los que fueron compañeros, y sólo al final y de refilón aludí al Museo.
Compartí el acto con otros recién jubilados, Beatriz, Tejero y el bueno de Joaquín el conserje:
El director leyendo el folio y medio de salutación
Después nos regalaron un «peluco» a cada uno (conmigo hubiera quedado mejor una buena pipa y les hubiera salido más barata, pero un detalle es un detalle).
Venga, ya hemos cumplido, ahora a la cena. Una de esas cenas en lugares pretenciosos que además ¡¡no tienen bicarbonato!! y son tremebundas. Insisto, para jubilados almuerzos, como favor en la cena me hicieron una tortilla francesa, nada de tacos de bacalao o carne, que al parecer estaban muy buenos, pero si quiero que mis colesteroles y enzimas hepáticas sigan en orden, prescindo, nada de «La cena jocosa».
Muchos amigos, que la verdad me alegró el que estuvieran, y tras la misma al taxi y a enterarme en directo de los atentados en París; viernes trece.
Aspecto parcial de la cena; mesa en la que me pusieron y obedientemente me senté. Son amigos, en especial en primer término a la izquierda José Luis Rodríguez-Campra y con postura de San Juan echado hacia mi como en la Santa Cena, Pedro Camats. Los otros dos, Mora y el del jersey gris que se que es de Dibujo y un manitas en figuras de barro, no es que sean enemigos, pero que el contacto con ellos ha sido menor.
¿No te habías jubilado hace un año? Ya han tardado mucho para hacerte el homenaje. Con la cara que tenéis todos parece que estáis en un funeral por el cierre del Museo. Que hayan hecho coincidir tu homenaje, después de más de cuarenta años de servicio y de haber creado prácticamente tu solito, el Museo que ha paseado el nombre del Instituto Padre Suárez por toda España e incluso por Europa, suena más el homenaje a broma macarra, humor negro o más bien MALA FOLLÁ GRANAÍNA