Tras casi un mes, retomo el parto que está derivando casi a lo autobiográfico.
– Turno libre, las de profesores agregados, sacadas, plaza en el Alonso Quesada, barrio Escaleritas de Las Palmas de Gran Canarias; ya hablé en otra entrada de esta estancia. Ya está bien del gofio, transistores baratos y tomates caros.
– Turno libre, las de cátedra, casi épicas ya que en el segundo ejercicio quedábamos menos opositores que plazas; plaza en el Virgen de la Caridad de Loja. Allí me estrené como catedrático.
Era justo el curso que se implantaba el 1º de BUP, año 1975; la experiencia educativa, sorprendente.
Por un lado, normas de la época, al catedrático se le daba a elegir cargo directivo por delante de otros profesores, y dado que no me parecía del todo correcto el vivir en otro sitio que no fuera el propio destino (además las carreteras eran problemáticas), que nos quedamos a vivir en Loja sin dudarlo, que en el Instituto el otro catedrático era el director que además no es que no viviera allí, es que vivía en…¡¡¡Sevilla!!!, de jueves a lunes (ambos inclusive) no estaba y cuando lo hacía, era en compañía inseparable del capitán de la Guardia Civil; sin más comentarios. La cuestión es que me pareció lo más ético pedir el cargo de vicerrector por aquello de que el Instituto debía estar representado en la localidad de forma estable.
Conmigo llegaron ese mismo año otros dos catedráticos, de Matemáticas Rafael Pérez Ocón y de Lengua y Literatura, Remedios Casamar. De esta última hablaré con más extensión que se lo merece y a pulso.
Al poco de llegar murió Franco, la Transición, muchos alumnos que eran del Movimiento Comunista; Remedios (Reme) directora del Instituto desde el 76 al 80 y yo seguí de vicerrector; algunos de los profesores que iban y venían de Granada hicieron una especie de club que a veces no nos ponían las cosas fáciles ni a Reme ni a mi, pero adelanto que la experiencia de los dos en esos años fue una especie de forja en el conocimiento de la dinámica de un Instituto y máxime en ese marco temporal y social.
Pues en lo concerniente a lo educativo, y dada mi manía de que las Ciencias Naturales hay que explicarlas tanto en el aula como en el laboratorio como en el campo, ya mis ancestros (García y Álvarez y Taboada) citados en las primeras entradas de este blog insistían (y de que forma) en este asunto, estructuré formalmente prácticas de campo semanales, con exámenes en el campo y todo, que para eso me llevaba la libreta de notas.
Tenía varias ventajas, tengo que reconocer que esas excursiones no me trajeron más que satisfacciones. Los alumnos fueron ejemplares en todos los sentidos. El entorno de Loja para las prácticas de lo más completo. Las célebres claves de Alejandro Navarro para botánica en principio y para conchas en la playa posteriormente, se las sabían de memoria. El chófer, «mi Pepe», un encanto de persona que acabó sabiendo más Ciencias que muchos licenciados; como íbamos de tramo en tramo con sus paradas y caminatas intercaladas, decía siempre ¿Don Luis, paro en el estrato? eso además con deje de Villanueva del Trabuco, de donde era el hombre, parecía de película de Berlanga.
Un apunte:
Los cortes ecológicos que hacían esos alumnos de 1º de BUP (catorce años) y resolvían estupendamente, han sido los mismos que tenían que hacer los de 2º de Bachillerato de la LOGSE.
Estos últimos se quejaban continuamente de la dificultad y o se les ayudaba o era tiempo perdido.
Por eso, me permito antes de seguir con las excursiones, intercalar esta imagen como cierre de esta entrada en la que resumo las distintas etapas:
Oposiciones sacadas: todas
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