No tenía el blog olvidado, es que literalmente no he tenido tiempo dado que mi otra ocupación, la de la Asociación de Institutos Históricos me entretiene bastante. En eta ocasión he tenido que ir a Valencia a dar una conferencia sobre los «cacharritos», el instrumental científico de los Institutos, y entre que tenía que perfilar el discurso y el viaje, mes y pico liado. Seleccionar entre miles de fotos algunas representativas no es tarea fácil: ahí van algunas.
Embudo de seguridad
Condensador de Aepinus
Aritmómetro de Thomas de Kolmar
y así hasta más de ochenta para que quede claro que la «arqueología científica» de los Institutos no es una tontería, y eso con el riesgo de despertar la liebre entre los vampiros de la misma.
Sigamos con la entrada anterior. Loja.
Aquello de las salidas al campo impactó como ya he dicho. Con anterioridad allí se salía al campo para recoger aceitunas, almendras o de meriendas el Día de San Marcos, pero ¿para hacer prácticas de una asignatura?, eso sonaba a muy raro, al punto de que en la primera salida que inocente de mi, viéndola como algo natural, dije de partir desde un sitio céntrico de la localidad y allí se reunieron padres, madres y demás como si fuera el Flautista de Hamelin a despedir a sus nenes ya de catorce años. Hubo una madre incluso que vino con unos cien gramos de jamón para que «me los tomara al sol como una tapita»; me negué a aceptar, pero su insistencia fue tal que me los metió a la fuerza por el jersey. Me acuerdo del nombre de su hija pero no lo veo oportuno; a estas alturas lo mismo es ya abuela.
Curiosamente de esa época no conservo, quizás por que no se hicieron, demasiadas fotografías; he podido rescatar una de el «estrato», entrecomillado por lo familiar y por lo que comenté de Pepe el chófer:
Para los que me entiendan, era ideal: una superficie de techo en la que era muy fácil iniciarse en la medida de dirección y buzamiento; calizas evidentes que sentarían las bases para identificarlas en lo sucesivo, etcétera.
La elaboración de cortes, muy sencilla en panorámica:
En el Puerto de los Alazores (mil metros de altitud), a veces con un frío de narices.
Ahora bien, que el alumnado lo merecía. Un interés y un rendimiento que hoy es impensable. Con decir que en este primero de BUP (1975-76), en tres grupos de cuarenta alumnos salvo cinco notables el resto fueron sobresalientes, y uno nunca ha sido «mogollón» con las notas.
Dos años después, en tercero de BUP tenían este aspecto:
Mi mujer en el centro, arropada por (veré de que nombres de acuerdo a bote pronto) Pepita «la pelirroja», los hermanos Molina Rodríguez, el hijo de Salvador, Encarnita Palacios Cobos, Emilio Cuberos, Juande Dios Morales Fregenal, Santiago el hijo del cartero, Miguelito, Arenas, y que me perdonen el resto si no los cito pero han pasado exactamente cuarenta años; creo que demasiada buena memoria.
Otra:
Mi mujer haciéndome burla, de pié Pepita y Gonzalo (terminarían casándose y Gonzalo de director del Instituto, empollones como ellos solos) pero no menos empollón era Marciano Sorlózano, gran persona en lo físico, humano e intelectual, sentado junto a Repeto, Popi (Mª Teresa Otero), Mª José Tarifa y de nuevo el hijo de Salvador que no atino con su nombre.
Otros protagonistas de estas excursiones, aparte de los citados:
Carmela, «mi Pepe» (el chófer con el que realicé más de 250 excursiones) y Chelo, Consuelo García compañera de Ciencias Naturales del Instituto. El lugar era cerca de Los Alzares en un sitio que apodamos «la curva del almendro», ya que allí se iniciaban a clasificar plantas con un almendro aislado inexistente hoy no se sabe porqué razonamiento.
Injusto sería omitir a otro profesorado de Loja, de forma que ahí va:
Confitería «La Inmaculada» (1978), al fondo Teresa Gil, Consuelo, Alejandro Casado, Carmela, Ana Nogales y en primer término Concha Malo; atrás, el menda con barba y Juan La Fuente. Éste último, junto con Ana y Concha Malo eran «históricos» del Instituto de Loja junto con Fernando Gómez Gallardo del que no conservo imágenes pero si un gran recuerdo. Buenas personas. De otros como Antonio Olivares hablaré en otras entradas. Por ahora ya está bien.