Seis meses

Si, seis meses sin tocar esto con lo cual, a algunos les habrá supuesto un descanso.
Voy a aclararlo. Por un lado me gusta abordarlo en momentos que no supongan mal humor, que eso se refleja, aunque hoy tengo un dolor de muelas de antología pero que no me va a vencer. Por otro, huyo de lo autobiográfico aunque inevitablemente tenga esas inclusiones, y por otro, porque estos seis meses me han tenido el coco en otros menesteres más inmediatos, la gran mayoría «dípteros testiculares» (moscas cojoneras) que si las hubiera usado como contenidos de estos escritos hubieran espantado al personal. De nada.

Para colmo, el bombardeo con Cataluña y ciertos catalanes, el bombardeo con washapp más o menos afortunados, algunos de los cuales he trasladado, lo reconozco; en este momento la moción de censura y en Granada la procesión del Corpus, amigos que han preferido irse físicamente de este mundo, otros no tan amigos que no saben irse de ninguna parte, lo evidente de la pérdida de respeto a lo colectivo anteponiendo los egos, de lo que tengo demasiados ejemplos, en fin que en lugar de «siempre nos quedará París» diré que «siempre nos quedará Jardiel Poncela».

Por eso recomiendo a los que puedan acercarse, un desplazamiento a la costa de Málaga, a Torrox costa, a un merendero que se llama «Costa del Sol», tiene una playa magnífica y casi solitaria, no abundan tontorrones jugando a la pelotita y está muy limpia. He dicho merendero porque así se han llamado de toda la vida; lo de chiringuito lo leí por primera vez en una revista refiriéndose a uno que había abierto el nietísimo Franco en Marbella y claro, a tanta alcurnia en el año 72 no le iban a poner merendero. Pues lo dicho, en ese merendero de Torrox costa, un libro, bañarse, unos espetos de sardinas y pescado frito de primera. Pilas cargadas.

Como se recordará de la primera entrada de este blog, nació como recurso a seguir exhibiendo en internet los elementos que me dieron trabajo en el Museo de mi antiguo Instituto, joyas que como muchísimos opinan debieran estar más visibles, al menos en la red.
Pues ahí van algunas otras:

Máquina pneumática de Von Guerick; magnífico ejemplar con los cuerpos metálicos y en perfecto estado tras la restauración de Alberto Gómez (y mis pautas para hacerla).
Bomba aspirante impelente; preciosa. hay otra pero la foto es mejor ésta.
Ahora un fósil, que no se diga que todo son cacharritos:
Un ejemplar de Preurodyctium que envidiaría cualquier museo. Para entendernos, el bicho es esa especie de moneda que se ve en la parte inferior, es un Tabulado, y esa especie de «ese» que se observa encima es una Sérpula, un gusano simbiótico que por su aspecto de signo de interrogación es por lo que se le apellida «problemáticum».
Y para cerrar por hoy (esperemos que no por demasiado tiempo):
El conocido como «Portarretratos de Franklin». Por analogía sería como una prensa de contacto en fotografía, sólo que aquí se utiliza el calor desprendido por la electricidad al cerrar el circuito, calentando así el pan de oro que comprime como un bocadillo a una cartulina con la silueta de Franklin, naturalmente podría llamarse «Portarretratos de Luis Castellón» si la silueta fuera la mía. Un aparato precioso y en un estado de conservación (restaurado) envidiable.
Voy a ver como sigue la moción de censura.

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