Me parece que estoy ya muy visto con las disculpas por el tiempo que dejo pasar entre una entrada y otra. Y no es por falta de ganas; cuando es porque tengo otras cosas, es por que no me siento con el buen humor que me gusta para ponerme a ello. De todas formas sigo.
Ya en otras ocasiones, próximas a estas fechas, me he referido a la paciencia que hay que tener ante la estupidez de los anuncios ante las «fiestas entrañables» (creo que se llaman así porque te revuelven las entrañas). Han vuelto las colonias que se ofrecen en unas escenas imposibles y gilipollescas que acaban con una frase ininteligible dicha por una francesa harta de vino.
Ah!, pero este año se ha superado yo creo que debido a la monomanía de que estemos bien educados (que no bien enseñados). Un anuncio de un pulverizador para el retrete para que inmediatamente después de usarlo (ponen unos donuts de chocolate como eufemismo de una caca, mierda o «majá», que lo de heces fecales me parece una cursilería), no sólo que no huela sino que un sujeto se aromatiza con la mano hacia la nariz con cara de felicidad, y la otrora propietaria de la caca sale del retrete como diciendo «ahí queda eso y no os cobro». El colmo de la majadería colectiva.
Me visto de profe a respecto: Si el olor de la caca se debe sobretodo al indol que se encuentra en grandes concentraciones, es un ejemplo de que las moléculas según su concentración dan una sensación olfativa u otra totalmente distinta. El indol diluido es el perfume de jazmín, ahora bien, no es plan (estoy dando ideas) de andar homeopáticamente diluyendo matraz va y probeta viene, la caca para despistar al siguiente en el retrete. De nada.
Cambiando, voy a resaltar algunas cosas de este periodo de más de dos meses. Me dieron una mala noticia sobre unos magníficos amigos de Santiago de Compostela, murió Isabel la viuda de Juan y por tanto el Bar Negreira (el Pataca) cerró al parecer sempiternamente. Cualquier conocedor de la ciudad sabrá que era emblemático y que el matrimonio era un encanto. Vaya por ellos:
Una imagen algo melancólica ya que está tomada con Juan «muy tocado».
Otra cosa es que recientemente, final de noviembre, estuve invitado a unas Jornadas en Madrid que, sintetizando, iban de museos científicos. Como es natural, el invitado «estrella» era Paolo Brenni, el «papá de la cacharrería científica» no sólo de Europa sino a nivel internacional. Le regalé un ejemplar del mi libro sobre los instrumentos de mi antiguo Instituto expuestos hasta mi jubilación y engordé diez quilos, ya que lo celebró, alabó y elogió tanto el libro como la colección. A la hora de comer me acompañó:
Con algo de esfuerzo por ambas partes nos entendimos correctamente; entiende el español lo suficiente, y yo en francés chapurreo lo mismo, pero con buen humor y dos vinos, la cosa discurrió muy bien.
Y hablando de cuestiones científicas, que no decaiga y ahí van más imágenes:
Luis, muy de acuerdo con esos de la cursilería de las fiestas entrañables y con los anuncios de los perfumes, jaja, haz dado en el clavo, el desarrollo del anuncio nada tiene que ver con el perfume y me parto de risa con el ambientador del retrete, el colmo!!!
Lo que sí es entrañable es la pareja del bar. Como habrás disfrutado con Brenni, autoridad internacional y muy próximo y asequible como persona.
Por último, fotos preciosas. No decaigas con tus escritos.
Un fuerte abrazo
No es para menos, lo de la peste a caca, ¿cómo no se nos ha ocurrido antes? Incluso se podría echar algún producto a los alimentos para que oliera a Chanel Nº5. Por no hablar de mi pasión: las macrogranjas de cerdos que los murcianos han decidido instalar el las Hoyas de Guadix y Baza hasta que quede una gota de agua en los acuíferos. Gran y diver artículo el que has sacado de tu coco privilegiado, querido amigo.