Pienso que corro el peligro de caer en el propio título, aunque los que me conocen saben que callo ante ideas, conversaciones o temáticas como se dice ahora, de las que no tengo ni idea. Nadie me habrá visto u oido hablar de futbol, de taoísmo o de la vida sexual de los inuis.
Lo digo porque me sorprende la legión de opinadores en todo tipo de prensa que saben de todo, de moda, de política, de arte, literatura, gastronomía y…. de salud y medio ambiente.
De salud es muy curioso que sin el apoyo estadístico las aseveraciones serían nulas. Me explico, ¿os habéis fijado la cantidad de noticias del estilo: un estudio de la Universidad de Orejuelas del Obispo demuestra que «comer chirimoyas es malo para la caspa»?, o este otro: un investigador de Tlemcem ha descubierto que «el consumo de pipas de girasol con sal disminuye la libido entre los pescadores de altura». Y además estas cosas, o parecidas, se publican y se toman en serio. Me imagino al sesudo investigador con una tablilla cuestionando a los comedores de chirimoyas y preguntándoles por su caspa, o al argelino de Tlemcem con otra carpeta en los barcos sacando los cuartiles, percentiles y porcentajes entre los supuestos comedores de pipas y si las relaciones sexuales las tienen que solventar con atunes o ballenas jorobadas.
Ya los enterados en medio ambiente lo que tienen es que aclararse, mejor sería documentarse; un ejemplo:
«Peatonalicemos para que nuestras ciudades sean más humanas, menos vehículos es menos contaminación». En principio de acuerdo, pero ahora vienen los otros listos: la peatonalización es como dar a un niño una pizarra recién borrada, pintarrajeará lo más grande. Pues una calle o plaza al momento se verá tapizada por terrazas de bares que han surgido como setas aprovechando la transformación de una librería o una zapatería en «gastrobar», término asumido recientemente para bares pijos con tapas estrafalarias servidas en platos imposibles con unos chorritos por encima, y carísimos, pero tienen su terraza gracias a la peatonalización. Consecuentemente ruidos, porquerías en el suelo que serán alimento gratuito para las ratas, pero no hay coches, se han ido a dar vueltas por ahí, lo que en cascos urbanos antiguos (ahora se llaman históricos aunque no tenga apenas historia) es un problema añadido ya que esas edificaciones no suelen tener garajes. No problemo, como diría Robocop, una nueva oportunidad de negocio como los gastrobares, y siempre con la muletilla intratable de que «genera riqueza y da muchos puestos de trabajo», ¡¡¡coño, igual que la mafia o el bandolerismo antiguo de Sierra Morena».
Claro que lo de las terrazas aún se apoya en que dentro de la tasca no se fuma, y fuera sí. Apoyo totalmente aquella disposición que funcionaba perfectamente, sobre la instalación de extractores de humo, extracción forzada, que si estaban bien instalados no había nada de humo en el interior, y fuera del establecimiento la prohibición total de consumo.
Un paseo por Málaga, Sevilla, Granada o Santiago, o Madrid o cualquiera, nos demuestra que los «centros históricos» se han convertido en parque temáticos con un añadido, los nuevos tipos de peatones, las maletitas con ruedas o los carritos de repartidores indispensables para que las terrazas tengan cosas que poner encima de las mesas. Esa es otra sin entrar en patinetas eléctricas (muy ecológicas por las narices), etcétera. En otra ocasión, más.
Por eso nos fuimos a comer los otros días con nuestro amigo (más que amigo) Enrique Gámez, a una venta de las antiguas de las afueras de Granada, de las que se dieron cuenta que el cambio pretencioso de hace unos años, sustituir al personal por catetos con corbata de pajarita no funcionaba y que mejor como toda la vida, raciones de toda la vida hechas y servidas por propietarios y familia:
Aspecto previo a comer. Carmela impecable, Enrique un poco abducido y yo, con mi pipa para variar. Al rato, más sonrosados, no mucho que había que conducir.
Y siguiendo con los «sabihondos», hay que ver lo que sabe el personal de jamones con el supuesto desliz sobre el jamón serrano o ibérico. Pues casi por llevar la contra digo que se me rompió el coche, el Renault Space que teníamos en una ocasión a la entrada de Trevelez, preguntamos y casi a la entrada, ¡¡¡Que jamón!!!, nunca en nuestra vida, y eso que hemos comido ibérico de varias procedencias, pues ese serrano granadino de Trevelez de aquella ocasión, insuperable. Que me perdonen por la inmodestia ante los «patanegra». Es bueno leer el libro «Natalio Rivas y Gregorio Marañón, la diplomacia del jamón».
Hoy paso de imágenes de cacharritos o bichitos del Museo. Me ha costado bastante no entrar en cuestiones políticas como viene siendo norma, y eso que el ambiente está que arde.
Bravo, Maestro, tu humor y tu pluma no tienen parangón. Un abrazo fuerte.
Pues gracias, desconocido. Intentaremos seguir.
Genial!!!Ta salió del Alma.Enhorabuena
interesante y divertido texto.
Me hubiera gustado saber el nombre de la venta para visitarla en alguna ocasión
Ay Luis, has tocado el tema de las terrazas y los centros históricos o como quieran llamarlos. A nosotros te puedo decir que nuestra calle era mucho más silenciosa con los coches. Ahora tenemos 4 bares con terraza y los lunes que era el día tranquilo ahora uno de ellos abre, el llamado "Sagradas Cañas" que yo lo llamaría "Malditas Cañas" y el lunes es el día de las ofertas, cañas casi gratis, con lo cual, ya pueden imaginar, hacen el pleno hasta las tantas de la madrugada.
Creo que hay medidas intermedias entre las calles con coches y la peatonalización.
Un beso Luis y a seguir!!!!
Huetor Vega, salida hacia Barrio Monachil, curva a la derecha, pues justo a la izquierda tras una histórica que se llamaba Los Migueles (hoy inexistente), se llama Molina y tiene para aparcar.
De nada.
Querido Luis: Desconoces como tantas cosas, que un grupo de expertos del Instituto Tecnológico de Tobolsk, aseguran que las calles peatonales son imprescindibles para luchar
contra el permafrost. Así que no critiques tanto. Son esencialmente necesarias
'Ah!! Tu Carmela adorable