Escabeche

 Paciente lector:

Si en una entrada anterior ya me referí a que estábamos «confitados», con la alusión culinaria consiguiente sobre confitar, ahora paso de técnica a la del escabeche. Lo digo porque lleva vinagre y a algunos se les está avinagrando este periodo que esperemos sea un episodio más en nuestro paso por el planeta. Personalmente nunca me ha gustado el escabeche demasiado fuerte, si con su orégano y su sal, sin importarme que lleve tomillo u otras garguerias, pero coherentemente creo que no me he avinagrado demasiado al igual que muchos conocidos a los que felicito.

No se si ayuda en algo a lo anterior la tormenta de «guashap o memes o tuits», se me entiende, que estamos recibiendo a diario en nuestros móviles, algunos muy ingeniosos y que al menos te extraen una sonrisa; otros repetitivos, con diferente formato pero lo mismo; otros repetidos, que hay que ver la rapidez de difusión, a las ocho de la mañana recibes una cosa y a las nueve la vuelves a recibir desde alguien que no suponías que iba a tener relación con el primero y le dices, «ya, conocido», y en este caso sospechas que se mosquea, que quería tener el gustazo de ser el primero. Hay que considerar que la ociosidad, que nos está invadiendo con demasiada frecuencia, hace que nos dediquemos a esta forma de comunicación sin más pretensiones. 
Otra cosa es cuando los envíos son políticos, personalmente ni siquiera abro los que vienen de algunos remitentes, me los imagino; no por la confrontación sino porque frecuentemente invaden al mal gusto.

Aparte del tráfico más o menos humorístico a través del móvil, pondero una consecuencia de la conjunción del uso de las mascarillas y el tiempo de escabeche. La pereza que se implanta nos lleva a considerar si merece la pena afeitarnos o no, si de todas formas vamos a salir sólo al súper o a sacar la basura y encima vamos a llevar la cara tapada, que se afeiten Charlot y la huerfanita. No quisiera ampliar a otras rutinas higiénicas: cambiarse de ropa interior, calcetines, etcétera. Cuidado que nos llevaría a un escabeche próximo a nuestro estado de Nearndental, y tampoco es eso. Como no quiero que se escape nadie, y ya a alguien se lo oí, las barras de labios están en cuarentena; mismos razonamientos. En fin, todo pasará, que si no el escabeche se echa a perder.

Mientras, Galdós es mi compañero en este tiempo, ya estoy acabando los Episodios y le estaré siempre agradecido por su compañía, independientemente de que ahora saquen lo de sus cartas con la Pardo Bazán que me parece una chorrada oportunista gigante. No, no ha sido un año Galdós felizmente celebrado aunque, cómo no, el ABC lo haya calificado de «saturación» o excesivo. No voy a entrar en la rabiosa actualidad de Don Benito, pero no me extraña que por parte de algunos lo mejor sería enterrarlo en el olvido, someterlo a una especie de muerte civil.

Y algo de tele, que no vamos a estar en una campana de vidrio. La monja sólo la he visto una vez en esta semana, en su línea, pero me levanté a por una lata de cerveza antes que se avinagrara el escabeche de verdad. Los anuncios de colonias y perfumes como si no ocurriera nada: situaciones inverosímiles con individuas mitad merluza mitad huesos; andares imposibles y siempre de fondo uno harto de vino diciendo la marca en francés. Nada nuevo en el intelecto. 

Si me ha llamado la atención la profusión belenera; si sirve para retener al personal en sus domicilios, vale. Ahora bien, si va a servir para estimular una procesión por distintos belenes, con sus empujones y ríase de las distancias, pues no vale. 
Lo mejor ha sido lo del astronauta y el soldado en el belén del Vaticano. Pero un soldado actual, nada de uno con lanza y escudo. Han superado a lo de los «caganers» de los belenes catalanes. Me he acordado de otras perlas beleneras y no tengo más remedio que relatar alguna «batallita» aunque alguien me dijo que no abusara de ellas: pues como ya he dicho en más de una ocasión, uno fue concejal del Ayuntamiento de Granada, y entre las «enormes responsabilidades» a repartir, más de una vez me tocó la de Jurado de Belenes, y cualquiera no iba.  Visitamos belenes hechos con barras de tiza en algún colegio, otros «vegetarianos», hechos con cebollinos, cabezas de ajos, brócolis… y que había que reconocerles su gracia, pero no. Independientemente de la frecuencia con que el rigor histórico era inexistente en muchos casos, la aparición de un Gólgota, o un cono enorme hecho de bolas de algodón de las de maquillaje e intercaladas lucecitas de colores, coronado por una figura de una virgen y al preguntar que qué significaba, el responsable se limitó gravemente a accionar un interruptor, el cono de cerca de metro y medio empezó a girar, las luces a parpadear y ante nuestra cara de estupor se nos dijo con contundencia ¡¡¡La Ascensión de la Virgen!!!. Toda la Historia Sagrada en un sólo belén. 
Como aquel del Misterio artístico bellísimo, una obra de arte, encerrado en una estructura hecha de pencas de chumbera con un higo chumbo enooooorme sobre el Niño Jesús que si le cae encima lo mata. Nos hemos quedado sin Cristianismo. En fin, que esto da para mucho, pero honestamente tengo que citar los magníficos belenes granadinos que se hacían en la ermita de San Miguel Alto y los que hacía Manuel Ocón.
Ya está de rollo, vamos a las imágenes.
Como parece que si no estamos de fiestas, imprudentes, más que imprudentes, que veáis que uno de vez en cuando está en alguna:

Celebración de boda en Bilbao. Un caserío/pijísimo como restaurante. La de la izquierda no la recuerdo, que me perdone, la que mira hacia abajo es un encanto, Feli, esposa de Juan López que no sale al ser el fotógrafo, el del centro con pipa es Ángel Garrote, compañero de carrera, en su tiempo incluso de piso y mejor amigo, era el padre del novio, por eso cogí avión incluso para asistir, entre él y yo Leandro Sequeiros, catedrático de Paleontología y cura, el oficiante y culpable (también nos casó a la Krmela y a mi), otro gran amigo, y yo con un chiquito en la mano; pipa en su sitio, como un pincel.

Y hoy, como esto va largo, sólo una del Museo:
Magnífica fotografía del quebrantahuesos (Gypaetus barbatus). Hay otro ejemplar en el Museo pero tras la actuación del supuesto «restaurador» referido en otras entradas, mejor también en escabeche.
Esta imagen la obtuvo mi antiguo alumno David Carmona que, si bien brilló como fotógrafo, en la actualidad lo hace como investigador científico, nobleza obliga. La imagen corrobora el que, coloquialmente, defina al quebrantahuesos como «un buitre con bigote». Ah!, es, era, de Sierra Nevada, de cuando en Sierra Nevada había quebrantahuesos.
Y nada más, que la estancia doméstica sea proporcional a vuestra sesera; el mejor horario es ninguno, siempre que se pueda, en casa, y no quiero ser pesado en ello, pero parece que ahora quieren estar de farra incluso los que no han estado en su vida.
Feliz 2021, número primo, a ver si nos quita la malafollá, el mal fario, la mala sombra, el»malage» el mal ramo y todo lo chungo de los años bisiestos.

  

6 comentarios en “Escabeche

  1. Anónimo

    Te imagino visitando los belenes en tu época de concejal y seguro que tienes muchas más anécdotas con las que nos has deleitado.
    Ahora sí esperar el 2021 pero para ver algo distinto tendremos que esperar unos meses, paciencia, prudencia y muchas salud.
    Teresa
    Un abrazo

    Responder

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *