No confundir. La imagen de este comienzo no tiene nada que ver con el significado del título de la entrada. Viene a cuento por varios motivos. Por un lado mi conocida «morriña» galega (no sería oportuno decir gallega). Por otro mi amistad con esa buenísima persona que es «Javichi», Francisco Javier, ese sobrado en carnes de la izquierda (el de la derecha, el cliente, es un parroquiano al uso); siempre queda la duda de cómo se puede mover Javichi tras ese mostrador dada la difícil compatibilidad de volúmenes. El bar se llama Sande, y está en la Rúa De San Pedro, por donde entran los de la mochila y el palito a Santiago. Un clásico de los que me gustan: sin ninguna pretensión ni pijadas, de barrio de toda la vida. Tanto, y aquí viene el último motivo, que es de los irreductibles (por ahora) en poner el vino en tazas, generalmente el blanco ribeiro. Se va al barril, se llena la jarra, y con ella se dispensa a la clientela. Un vino muy denostado por los «gastrónomos y enólogos» de moda, pero es lo que es, cumple de sobra el vino que te dice que estás en Galicia.
Pocos sitios quedan ya en Santiago con esta costumbre, la taza o «ir de taceo», no llegan a ocho o diez, el Orense, O 48, el Gato Negro y en la Rúa del Peso… Claro que beberlo de otra forma sería como nuestro espeto de sardinas pero ensartadas con cualquier pincho que no sea una caña.
En el caso de Javichi, además, tiene tanto arte que en el altillo al fondo del bar ofrece actuaciones musicales de grupos galegos aficionados. Aconsejo no perderse una visita.
Superada otra fecha entrañable, nada más dejar atrás las Navidades, nos han bombardeado con «El Día de San Valentín o Día de los Enamorados». Vaya patochá. Literalmente. Otra tontería importada como lo de «Jayovén», sólo que en lugar de calabaza hueca son cajas de bombones cardioformes. Pero como de costumbre, nos rendimos a la tiranía de los grandes centros comerciales: Ya tenemos asumido que las Navidades empiezan cuando lo dice El Corte Inglés, pues no hace falta una memoria elefantiásica para recordar que ese Día de los Enamorados fue cosa de Galerías Preciados, concretamente de su responsable, un tal Pepín Fernández que cogió al vuelo la idea expuesta por aquel periodista César González Ruano, tan famoso en el franquismo y al que recuerdo como fumador empedernido con las uñas del color de la antracita de tanta nicotina. Pues Pepín coge la idea de un artículo del anterior, una campaña comercial contundente, que para eso se las pintaba solo, y si añadimos una peliculita, al uso de Las chicas de la Cruz Roja, introduciendo al personaje de San Valentín pues miel sobre hojuelas, a vender. Ese personaje, San Valentín, para dar un toque internacional a la película, se le endosa a George Rigaud, conocido coloquialmente como Jorge Tervilor, ya que era el que anunciaba ese innovador tejido que no había que planchar, pero con su cara paternalista ¿quién no picaba e iba a comprar una corbata o una túrmix?. Esto de «los días de….» tiene su aquel. Todos los días del año son días de algo; el mismo Pepín visto el éxito, intentó hasta el «Día de la suegra», por mis muertos que es verdad; no tuvo éxito.
Bueno, ya está, ha pasado ya, ahora toca no estar enamorado hasta el año que viene.
Ahora si, vamos a lo de Coprofagia. Como se habrá adivinado, la palabra alude literalmente a «COMER MIERDA», y es lo más benévolo que se me ocurre en este febrero que aún nos rodea.
Superando la tentación de entrar en comentarios políticos, en primer lugar los obispos tienen un festín coprófago, unos se inclinan por desviar la atención sobre los abusos, llegan a decir que ¿quien es el Congreso o el Defensor del Pueblo para investigarlos?, invocan a presunción de inocencia; otros, avergonzados, que vía libre a las investigaciones, qué abanico de opiniones, qué polimorfismo episcopal. La verdad es que cuando el menú es mierda, difícil es consensuar las opiniones de los comensales: «Pues a mi me gusta», «que asco», «que peste», «pues el color y la textura quedan muy primaverales»…Cronos, Dios del Tiempo dará cuenta de ellos, ya que parece que otros se ponen de perfil como se dice ahora.
Y el otro festín coprófago está, como se ve venir, tras cierta adquisición de mascarillas, que nunca mejor dicho al final se adquirieron las «más baratillas». No amplío.
Una cosa si me ha llamado la atención, y es que se desvela cierta envidia por la posesión de títulos nobiliarios. Lo digo porque al parecer todo el desaguisado lo pueden reconducir los BARONES; algo de humildad hay, ya que el título de Barón (que no el de varón, aunque en este caso se simultanea, y no destacan hembras aunque las haya), pues digo que ese título es el más bajo según establece la Diputación de la Grandeza de España, que son los que entienden de la cosa, aunque pinten menos (afortunadamente) que el que suscribe en un torneo cricket. Por encima quedan duques, marqueses y condes, más de 2.800 en España, y algunos con el carácter de Grandeza aunque según creo, para ser Grande de España, no hace falta tener título anterior, podemos serlo cualquiera…¡¡¡Qué ilu!!!; además tiene la ventaja de que los Grandes de España no tienen la obligación de descubrirse (quitarse sombrero, gorra o capirote) al entrar en lugares de respeto. Pues ya que algunos, de forma que creo peregrina, han apuntado que a Nadal, al tenista, se le debería dar el rango de Grande de España, venga Nadal, ¡¡vas a poder jugar con gorra a partir de ahora!!. No queda ahí la cosa, parece que hay epidemia, la niña de Mecano (siempre diremos «la niña» aunque sea abuela) ya es marquesa: reivindicó el Marquesado de Torroja, concedido por Franco a su antecesor ingeniero, y la nena se dijo que porqué no ese culillo no podía corresponder al de una marquesa; se ha salido con la suya. Lo es.
Y pensar que en mis años mozos investigué concienzudamente el aspirar al título de Baronet. Barón me parecía excesivo, pero Baronet…. me suena como más elegante, más distinguido: BARONET DEL RIBEIRO EN TAZA. ¿A que mola?.
Ya está bien de coprofagia. Vamos a las imágenes del Museo del Suárez:
Un aparato precioso: Sirena de Caignard-Latour. Se observa un pitorro, un tubo, a la derecha. Por ahí insuflamos aire que accionará un disco interno perforado y éste a un eje, con una hélice de Arquímedes. Consecuentemente se produce un sonido que se registra por las revoluciones, tonos más agudos, más revoluciones. En definitiva, registra frecuencias y por tanto tonos.
Y otra casi por alusiones:
En la entrada anterior (Click), aludiendo a la «globalización» que ha terminado afectando a nuestros pueblos pesqueros, me referí al CABESTRANTE, un artilugio vestigio en nuestras costas y antes casi obligado para las barcas de pesca. Pues ahí va el modelo que se conserva en el Museo. Una máquina simple consistente en una especie de torno con eje en vertical que consecuentemente arrastra grandes pesos en horizontal, saca a las barcas del agua hasta la playa. Añado, también es correcto decir CABRESTANTE, aunque menos frecuente, y hasta hace muy poco había dos en las playas del Ricón de la Victoria, no se si seguirán al día de hoy o han dejado paso a tumbonas y sombrillas.
Y una algo extraña pero que dejé en el Museo:
Llevaba dando tumbos y me dije que podía ser bastante adecuada. Es una preciosa lámina policromada a manera de mapa de la Editorial Delmas, (aconsejo ampliar imagen) orientada a la enseñanza de vocabulario francés: cada elemento o figura lleva un número y el resto ya se supone, puntero y preguntar.
Y nada más por este febrero, le he dado un descanso a Eduardo Mendoza, que me he leído siete libros suyos. Los aconsejo de nuevo, tanto los serios como los humorísticos. He vuelto a Jardiel, he intercalado un montón y ahí sigo. Esperando que llueva y de camino se disuelvan los menús coprófagos.
Abrazos
A ver Luis. Magistral en el contenido, pero a golpe de vista no reconozco el bar. Dónde está, joder.
Si es que los de la mochila y el palito entráis, por decir algo, a Santiago como en la apertura de rebajas de unos grandes almacenes. No os fijáis….Pues bajando de Concheiros (llamado así por la venta de conchas, vieiras, para que los del palito fueran completos cual boys scouts), la cuesta es la Rúa De San Pedro, eje de un barrio emblemático, al final de la Rúa la Porta do Camino, y a mediados de ésta, bajando a la derecha el templo del Bar Sande, de Javichi. Muchas gracias por intervenir, César.
Porque yo he estado ahí. Seguro. Pero si es Sande, y está en la Rúa De San Pedro, por donde entran los de la mochila y el palito a Santiago. Es posible que hasta no haya estado.
Buen ribeiro.
Ya está respondido en otro correo. Gracias.
Coprofágia!!!! jajajajajajajaja qué fuerte!
Término totalmente correcto y cuyas etimologías corresponden a la realidad asquerosa que nos circunda. Gracias César por tu comentario.
Lo primero, confesarte que se me pasó leer tu post anterior y, por tanto, agradecerte ahora tu mención fotográfica. Dicho esto, quiero alabar tu resistencia al comentario político y, al tiempo, alabar también la sutileza y delicadeza con que pasas por encima de un tema tan escabroso, deleznable y ciertamente coprofágico como el que implica a parte del clero. Yo no hubiera podido. El otro tema (lo de las baronías y el escalafón me encanta …) es, simplemente, de risa. Y lo digo porque el otro día me reí mucho con el asunto cuando mi amigo Juan Arteche, médico traumatólogo retirado, me ampliaba la noticia de marras diciendo que al Presidente, que estaba en Bruselas, le habían tenido que ingresar de urgencia, aquejado de «desencaje de la mandíbula». Lo de las piedras en tu tejado son cosas del país.
Que sigas tan mordaz.
Gracias por comentar, Emilio. Tanto a ti como a mi nos ha faltado poner nombres a quienes ocupan el lugar del indol, del escatol, de la putrescina y de la cadaverina, claro que podrían ser condeduques, baronesas….
Que intentaré seguir, aunque parezca inaudito por la atmósfera que nos rodea.
De nuevo, gracias por intervenir.
Como aprendo leyendo tu blog. No tenía ni idea de la palabra «coprofagia» y por tanto, tampoco de su significado. Qué pena que esté tan actual!
La Rúa de San Pedro es emblemática. cuando vaya a Santiago tomaré una taza de ribeiro en el Bar Sande a tu salud.
Un abrazo
Mercedes
Muchas gracias Mercedes. No pretendo seguir dando clases, pero algún término se me escapa. Lo de coprofagia no es nada raro, que se lo cuenten a muchos escarabajos; otra cosa es que la ejercen bípedos de esta fauna.
Si vas por Sande, le das muchos recuerdos de mi parte por favor. No te arrepentirás. De nuevo, muchas gracias por intervenir.
Tomo nota de Sande para la próxima vez que podamos disfrutar del encanto de Santiago, cuando el virus nos dé permiso. La última vez que paseamos por sus calles como turistas, preguntamos en el hotel por un buen sitio para comer marisco y nos dieron una clavada que todavía tengo el bolsillo dolorido.
Haces unas puntadas acertadas sobre temas de actualidad que, entre ironía y anécdotas, provocan una sonrisa.
Amigo Luis, cuando estoy escribiendo estos comentarios, están pasando tantas cosas, puñaladas y zancadillas, entre políticos que vas a tener que hacer equilibrios lingüísticos en tu próxima entrada para no hablar de política.
Como siempre, tus fotos y comentarios sobre hallazgos de museo, estimulan la curiosidad en un tema que dominas.
Gracias Antonio. Aunque Sande no es para marisquear, si que merece la pena en cuanto a conocer Santiago, que no sólo son centollas, pulpo y monumentos. Hace tiempo redacté una hojita con consejos para viajantes, incluyendo los sitios donde apuntaba decir que se iba de mi parte; lo malo es que se ha quedado desfasada. Se todas formas adelanto que El San Jaime (en Plaza de Fonseca), o el célebre Gato Negro son espléndidos, en este último podéis decir que vais de mi parte.
Tienes razón, el patio está para quedarse con la boca abierta. Veremos como me las apaño.
Muchas gracias por intervenir.
Querido Luis…….te vas superando. No solo ameno, con gracejo sal y pimienta como aliño ; no, te paseaste por los charcos con botas de agua ……hoy te has mojado. Me gusta
Aprietas y das pincaladas en tus relatos de viva actualidad colorida y olorosa. Gracias por introducir nivel en un mundo monotono y muy gris. Abrazos
Pepe, tal como está el patio, huele a caca por todos lados. No va a quedar sal ni pimienta suficiente para enmascararla.
A ver como abordo el próximo parto. Muchas gracias por tu estímulo. Fuerte abrazo
Pues yo prefiero ser de los pequeños de España, porque siento predilección por las cosas que no cuestan dinero o, por lo menos, que cuesten poquito, que todavía quedan.
El «taceo», sin pasarse, puede ser uno de esos placeres. Yo no supe que el vino se tomaba en taza hasta mi primer viaje a Galicia. Bendito momento.
No sé si el error de deberá a los autores de la lámina o al dueño del hotel pero, ya que se han molestado en poner, correctamente, el acento circunflejo de la palabra «hôtel», podrían haber puesto el grave de «océan». En fin es cosa de poca gravedad. Peor es que el Palacio de Ferias y Congresos de Málaga esté transcrito en inglés con errores, puesto a la entrada del recinto, en letras grandes, y lleve así una pila de años sin que nadie lo remedie, para distracción de los guiris.
Gracias por intervenir Antonio. En esa línea, horrenda es la indicación de las señales de tráfico tan frecuentes que puestos a intentar leerlas correctamente, cada vez que se atraviesa una línea férrea o nos aproximamos a una estación, se lee: «ferroferrocarrilescarriles». Los rotulistas son la leche.. La lámina de todas formas es una preciosidad; lo mismo el tipógrafo carecía de ese acento.
Muchas gracias por intervenir. Abrazos.
Todo se resume en la última portada de el Jueves: https://pbs.twimg.com/media/FLFWO1kWQAMoLko?format=jpg&name=large
Molestaros en copiar y pegar el enlace, vale la pena
Muchas gracias Pepe, pero no se descarga bien el enlace. Más vale que pongas la fecha de ese número de El Jueves y que se busque.